Es propio que con ocasión del Día del Periodista, hoy 31 de julio, se medite sobre la función vital de los diarios y medios independientes en una sociedad libre. En el mundo contemporáneo se reconoce que es imposible la existencia de democracias sin libertad de expresión, realidad que condujo a Jefferson a señalar que era preferible una nación sin gobierno pero con periódicos, a una con gobierno pero sin éstos.
En los tiempos actuales, tan llenos de peligros pero también de esperanzas, es casi impensable que se pueda hacer política, gobernar efectivamente o llevar adelante las tareas estatales, sin órganos de difusión que cuenten lo que ocurre, analicen sucesos, critiquen posturas y reflejen lo que la gente quiere y piensa.
Los medios serios y responsables son mensajeros y tribunas, centros de ideas, gigantescos mercados y puntos de encuentro. Allí, personas y grupos emiten juicios, invitan a la discusión, formulan llamados a la concordia, plantean interrogantes y dialogan, en el buen sentido del término.
En ocasiones, los diarios son trincheras. Lo son porque más que un "cuarto poder", los periódicos son el antipoder, la última instancia abierta a los ciudadanos para protestar o criticar actuaciones de funcionarios, argollas o entidades. Y eso siempre hace difícil la relación entre algunos diarios y los gobiernos: a nadie le gusta la crítica y todos los gobernantes quisieran escapar de la censura pública. Lo más cómodo es actuar protegido por el silencio y la oscuridad, como en la extinta Unión Soviética o como sucede actualmente en esta tierra, sin instituciones transparentes e independientes.
No hay presidente, ministro, funcionario o burócrata que no envidie la situación que prevalece en ciertos países, donde existe una irrestricta libertad de elogio, como en Cuba y México hasta hace poco tiempo. Sólo hay que leer las alabanzas que prodigan los "diarios" cubanos sobre el dictador, al que encuentran dotado de todas las virtudes terrenales y divinas. En ocasiones se estuvo a punto de caer en esos execrables extremos, pero hubo medios, y en primera línea EL DIARIO DE HOY, que prefirieron el hostigamiento y la persecución, a arrastrarse.
Persisten amenazas y peligros
Se debe recordar que la libertad de expresión no es un privilegio que se nos ha concedido a los salvadoreños, sino un derecho ganado a costa de muchos riesgos y amenazas. Hay que rememorar las luchas de EL DIARIO DE HOY para romper el cerco de aislamiento e intolerancia en que se nos quiso encerrar durante la "Década Perdida". Pero perseveramos y seguimos haciéndolo en un clima de constantes restricciones, acoso, amenazas y hostigamientos. Nuestros periodistas y fotoperiodistas han sufrido constantes restricciones en sus labores y hasta retenciones ilegales. Al menos una decena de informadores de diferentes medios han tenido que salir al exilio por amenazas y hostigamiento.
Los periodistas no actúan aislados, sino que en gran medida son profesionales cuya tarea primordial es recoger los testimonios, las actitudes y las críticas del público, para difundirlas. El periodista es el procurador del pobre, el vocero de grupos y asociaciones, el que da fe de sucesos y posturas, el defensor del pueblo.