Hermosa fecha la del Día del Maestro, cuando recordamos a las personas que a lo largo de nuestras vidas nos enseñaron, guiaron, cuando éramos niños iban develando los misterios de la naturaleza, el poder mágico de las letras y la lectura, lo que está en el firmamento y más allá de los montes, el porqué unos días hace sol mientras en otros, desde el infinito, nos llega lluvia…
A lo largo de la historia y como contrabalance a guerreros, déspotas y fieras humanas, hombres de una superior visión al igual que personas con espíritu de servicio a otros se han ocupado de educar a sus niños, a las personas en su entorno, a comunidades, pueblos y ciudades, contribuyendo de tal manera a que el mundo sea mejor, que vaya saliendo de las tinieblas.
Los grandes maestros y guías de pueblos a nivel mundial dejan enseñanzas, marcan rutas que son recorridas por otros y que ayudan a padres, niños, adolescentes, familias y comunidades a ser mejores personas, a ir superando, en la medida de lo posible, sus formas de ser, sus instintos de egoísmo, al pequeño cavernícola que habita dentro de cada ser humano.
Los Padres Fundadores de nuestra Patria, los que arriesgaron sus vidas e inclusive sufrieron para proclamar el Primer Grito de Independencia, fueron los grandes maestros de las incipientes patrias centroamericanas. Ellos, a su vez, han dejado referencias de principios vitales, desde la liberación de los esclavos hasta separar el poder temporal de la Iglesia de aquel tiempo.
En los doscientos años transcurridos desde esa proclamación —una efeméride que intencionalmente fue ninguneada por la dictadura pero que renueva en los espíritus libres las convicciones morales de nuestros Próceres— lo que de bueno, hermoso, constructivo tenemos es reflejo de ello y obra de maestros, de guías del intelecto y del espíritu, indistintamente de su quilataje.
Enseñar es prácticamente inherente a vivir; las aves enseñan a sus crías a alzar el vuelo, como los felinos a defenderse y buscar sus alimentos. Los padres van, paso a paso, adiestrando a sus bebés a usar sus manitas, a comer, a caminar, a hablar, como más tarde se ocupan de que vayan a la escuela, lo que bajo el actual régimen y como nos expusieron las personas de comunidades, es crecientemente difícil, ya que se están sustrayendo recursos de educación y salud para financiar proyectos que algunos llaman descabellados, como la “nueva biblioteca”, el totoposte del “estadio” que no se necesita y, lo que es aún peor, el “aeropuerto” de oriente.
Hemos tenido maestros por excelencia en nuestro suelo, desde el epónimo don Francisco Gavidia y el presidente Menéndez hasta luminarias en medicina, leyes, ingeniería, comunicaciones. Los médicos recuerdan al maestro Vásquez, olvidado está el ingeniero Julio Mejía, fundador de la escuela de Ingeniería…
Cada día debemos aprender algo, enseñar algo, ayudar a otros…
Nuestras audiencias pueden nombrar y recuerdan a personas cuyos aportes, diligencia, cariño, fue esencial para diversos grupos humanos.
Nuestro fundador, cuyo cumpleaños es precisamente el 22 de junio, abrió nuevas brechas al periodismo centroamericano que tienen vigencia al día de hoy, entre ellas la de tratar asuntos públicos sin caer en personalismos ni diatribas.
Este periódico, a su vez, introdujo las páginas educativas en sus ediciones para suplir la carencia de libros de texto, por lo cual se hizo acreedor a numerosos premios nacionales e internacionales, pero, sobre todo, a la satisfacción de contribuir al conocimiento de todos.
Enseña el artesano al aprendiz, los tutoriales a todos nosotros…
No hay que finalizar la jornada diaria sin haber aprendido algo, enseñado algo, ayudado a otros…