Por decisión perversa de los diputados afines al régimen, se cierra el año con una deuda de 3,843.20 millones, de acuerdo con un análisis del economista Rafael Lemus con base en datos de la Asamblea y del Ministerio de Hacienda. Esa deuda es un compromiso con entidades extranjeras que nadie dice cómo va a pagarse, dado el estado de cuasi bancarrota en que ha caído el país.
En los tres años que lleva Bukele en el poder, según Lemus, 7,000 millones de dólares han ingresado en concepto de préstamos, pero nadie sabe exactamente dónde están esas enormes sumas, pues no se ve ni obra física ni “social” significativa que lo refleje o es precario el avance.
Adicionalmente no se conoce cómo va a gastarse el dinero, pero de lo que todos pueden estar más que seguros es de que la inmensa mayoría de salvadoreños no estará invitada al banquete, un fiestón que en parte la gente va a financiar con sus ahorros, los que el régimen va a sustraer en su casi totalidad.
Maestros, afiliados a las AFP, profesionales y personas que voluntariamente han venido cotizando, van a encontrar tarde o temprano que nadie les ayudará, fuera de sus familiares o entidades caritativas.
A lo anterior se suma un hecho más que preocupante: dado que una porción significativa del dinero destinado a educación, salud y asistencia en diversos campos ha sido desviado a las insondables tragaderas de la Casona (como puede cualquier persona constatar viendo el abandono en que están los trabajos de “ampliación” del Hospital Rosales, por ejemplo) recurrir a servicios médicos será crecientemente difícil, pues si en estos momentos y a causa del saqueo de recursos, enseres y mobiliario tanto del Instituto Salvadoreño del Seguro Social como del mismo Rosales para montar el “Hospital El Salvador”, ni siquiera durmiendo en el suelo serán atendidos los menos afortunados.
A causa de las ocurrencias del Ejecutivo, de sus imparables desmanes, la mitad de la población ha caído en la pobreza, pasando penurias para comer.
Muchas agrupaciones cívicas, entidades que velan por los derechos humanos, han sonado alertas. Las consecuencias, que nadie “en sus cabales” puede negar, son que el país está hundiéndose en un estercolero, lo que ha causado otro hecho igualmente nefasto: el cinismo con que tantos en nuestro suelo ven lo que sucede: “todos roban”, afirman, “¡qué vamos a hacer…!”.
El objetivo es que los no pensantes sigan siendo no pensantes…
Las ocurrencias, es más que obvio, no arreglan nada pero empeoran casi todo, en parte porque ciegan a tantos del desastre que se cierne sobre la Nación y que golpea sin piedad a los niños y jóvenes, a quienes se roban no solo sus ilusiones sino también su futuro.
Es sobre los hombros de todos que tocará pagar el gran fiestón del bukelismo.
No hay beneficios para la población pero se gasta mucho dinero en las soldadescas y en la constante propaganda cuyo propósito es impedir que los nul pensantes se pongan a pensar, que abran los ojos y se den cuenta del paraíso con cartones y figuritas que les seduce, que les hace ver realidades inexistentes, como se dijo de las aldeas con que el Conde Potemkin, por un tiempo el favorito de Catalina la Grande de Rusia, seducía a la emperatriz haciéndole creer que todo era prosperidad y felicidad en su inmenso reino…