Más de un centenar de muertos, cientos de desaparecidos y la casi total destrucción de su infraestructura turística ha causado el incendio forestal más grande de la historia de Estados Unidos en la isla de Maui, la antigua capital de Hawái. Se calcula que se requerirán billones de dólares para reconstruir tanto lo relacionado a hotelería, carreteras, aeropuerto y servicios de comunicación, como las viviendas que el fuego destruyó.
Un caso muy hermoso de solidaridad en la desgracia se dio cuando una residente, cuya vivienda milagrosamente no fue afectada, acogió a cinco familias desplazadas —adultos, niños, personas mayores—. Entre todos se las “arreglaron”, dejando testimonio tanto de su gratitud por el gesto como de lo sufrido, narrando el trauma de perder sus posesiones y casi la vida.
Muchas personas no tuvieron otra alternativa que tirarse al mar para escapar las llamas. Un periodista contó que dentro de la tierra las raíces y el tronco de los árboles continuaban ardiendo.
Maui, como la mayoría de islas que forman el archipiélago de Hawái —un lugar de vacaciones al que se llega en ferri desde Honolulú— contaba con un sistema de alarma para alertar a la población de inminentes peligros, pero las sirenas no funcionaron, lo que seguramente fue la causa de que un centenar de personas perecieran y un millar estén desaparecidas.
En estos momentos las autoridades están buscando los cuerpos de la víctimas, usando perros entrenados para localizarlas (perros “cadáver” como les apodan). Una vez que un cuerpo se localiza, en lo posible hay que identificarlo y así notificar a sus familiares.
El “calentamiento global”, que entre otros hechos ha elevado la temperatura de los océanos, hace que los bosques pierdan humedad, lo que propicia la combustión espontánea, a lo que se agrega un hecho repugnante: piromaniáticos, desquiciados mentales que dan fuego a bosques, edificios, viviendas, los hay por doquiera.
Pedimos a Dios que Maui recupere pronto su esplendor
Muchos de los siniestros que se han registrado, inclusive los que arrasaron con algunos bosques en las islas griegas, se dice que en parte pueden atribuirse a actos criminales, como se sospecha pudo estar tras un edificio que tomó fuego y estallidos en fábricas dentro de los Estados Unidos.
Toda persona de bien se solidariza con los afectados, con las familias que sufren la pérdida de seres queridos, tanto por el fuego como por inundaciones, actos terroristas, imposición de reglas que afectan mujeres, como lo que está sucediendo en Afganistán bajo los talibanes y en Irán con los ayatolas.
Los múltiples gestos de solidaridad en Maui, como lo que a diario se ven en distintas partes del mundo, son una enseñanza para todos: en lo posible hay que ayudar a aquellos que sufren desgracias, como lo ilustra la parábola del Buen Samaritano que Jesús predicó. En igual forma como Ophra, la del programa radial, corrió a Maui para ayudar en las labores de rescate, el más pequeño gesto puede hacer una gran diferencia para los afectados.
A los pobladores de Hawái les extendemos nuestro pesar, pidiendo a Dios que Maui pueda recuperarse pronto de la tragedia que les agobia, resplandecer nuevamente como una isla hospitalaria y muy hermosa, con sus mares de azul intenso…