El Salvador no conmemoró la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en pleno respeto a estas garantías, sino en medio de una cascada de denuncias de atropellos, detenciones arbitrarias masivas, muertes de detenidos, miles de inocentes tras las rejas bajo el régimen de excepción, restricciones y amenazas a los medios y periodistas, etc.
En nuestro país los derechos elementales de las personas son sistemáticamente violados por el régimen, sobre todo desde que fue decretado el “estado de excepción”. Las violaciones a derechos elementales, como no ser torturado o no mantener a una persona encarcelada pese a que hay orden de liberarla (pues al carcelero mayor no le da la gana hacerlo como si tuviera la potestad legal para ello), han causado que varias personas enfermas y maltratadas mueran en la cárcel, como fue el caso de Óscar Alfredo Gallegos, quien sufría una discapacidad mental y que murió a los 15 días de ser apresado.
Ensañarse con los reos, darles una “recepción” al entrar en la cárcel que es un tratamiento salvaje, ya que se trata —aun en el caso de criminales, de gente que en ese momento está indefensa— es una señal de crueldad sin precedentes, un extremo de sadismo salvaje, incurable.
Los familiares han denunciado que los cadáveres de esas infortunadas personas llegan en ataúdes sellados que deben enterrar sin abrirlos, pero que en muchos casos han sido abiertos y los cuerpos tienen inequívocas señales de tortura.
Con alguna frecuencia se ha denunciado que policías o militares han llegado hasta agredir sexualmente a sus víctimas y para silenciarlas les amenazan con aplicarles “el régimen de excepción”, equivalente a enviarlas a sufrir toda clase de espantos, incluyendo la muerte.
Pero los altos mandos de esas fuerzas simplemente guardan silencio, lo que manda una señal equivocada a los uniformados, en lugar de reafirmarles que responderán personalmente por las violaciones a los derechos humanos que cometan, como manda la Constitución de la República.
Pero el régimen no mueve un dedo, alegando que ello es para “mantener control territorial”, pese a que se sabe que las pandillas continúan extorsionando y cometiendo otros delitos.
Cuando estalló la guerra en El Salvador en 1980 se denunció que una de las causas era la violación sistemática de los derechos humanos, algo que se esperaba que no se repitiera después de la firma de los acuerdos de paz de 1992, pero que ahora se pretende ignorar y los atropellos van en aumento.
Muchos apoyan este estado de cosas en aras de que metan presos a todos los pandilleros, pero el problema es que está llevándose a personas inocentes y eso le puede ocurrir a cualquier ciudadano. Las mismas autoridades se han visto obligadas a liberar a siete mil por este motivo.
Allá en Nueva York el “Crook” debe de cantar mejor que Taylor Swift y Beyoncé
En estos momentos, como se ha dicho varias veces, el Crook —un cabecilla de las maras que fue liberado por el régimen en condiciones “dignas” como alojarlo en un lujoso apartamento para después darle un arma y llevarlo con todas las garantías a Guatemala, de donde pasó a México y anduvo en sus horrendos meneos hasta que las fuerzas antipandillas lo pescaron para llevarlo a Nueva York— está cantando mejor que Beyoncé y la linda Taylor Swift…
Es mas que seguro que para refrescar la memoria del Crook en la actualidad se estén usando interrogatorios auténticamente científicos como decía un apreciado ex jefe de seguridad de una entidad que antes hizo tiempo en la policía y vivió esas realidades pero sin meter mano…
El Crook debe de tener muy “nerviosos de los nervios”, como decía un conocido, a muchas personas en nuestro suelo, que deben de estar arrepintiéndose de haberlo dejado ir…