Dayana Meléndez, una joven deportista, se convirtió en la primera mujer en completar la prueba “El Paso del Hombre”, que consiste en nadar a mar abierto desde la playa Las Flores, en La Libertad, hasta El Majahual, una distancia de veintiún kilómetros que desde su gloriosa hazaña a lo mejor habría que renombrar como “El Paso Unisex”.
Dayana, de 16 años, declaró que en mar abierto “te encuentras a ti mismo”, lo que sucede en muchos momentos retadores en la vida de muchos seres, que toman conciencia tanto de la fragilidad de la persona humana como, con frecuencia, de sus fortalezas, su voluntad y capacidad para sobreponerse a desafíos con frecuencia inesperados.
Se dice que el mar, el desierto, la montaña y las nieves “nunca pierden su vocación de asesinos”, por lo que fuera de gente muy aventurera o irresponsable con su propia seguridad, se adentran sin más en esos parajes
A un muy recordado amigo nuestro, inglés de nacimiento, le hacía gracia la frase de “solo perros locos o ingleses pueden meterse a tales aventuras...” (“only mad dogs or englishman would do such things!!”)
Es frecuente oír de personas que van a la playa, que por haberse echado unas cervecitas o simplemente por no medir riesgos, se meten al mar y cuando la corriente “los jala” no saben qué hacer y se ahogan, como un joven que pereció en la playa de la Costa del Sol hace muy poco, una tragedia para su familia y sus conocidos.
En estas fechas de Semana Santa, cuando muchos van a las playas, portar un chaleco que los mantenga a flote o un cinturón que se infle si es necesario, es importante, pero muchísimo ayuda si salvavidas profesionales como la estupenda Dayana Meléndez están vigilando que nada lamentable suceda.
Cuando son grupos de personas, compañeros de oficina, amigos, que hacen excursión al mar, llevar salvavidas es más que prudente, ya que puede ser la diferencia entre un evento alegre o uno de horror.
Cuando vayan de playas tomen las precauciones que los protejan
Hay una diferencia entre playas en lugares organizados como las que sostienen ciertos clubes y desarrollos turísticos que se ocupan de la limpieza y ponen al alcance de sus miembros letrinas y cafetines, a lo que sucede con los “rancheríos” sin higiene que proliferan en nuestras costas y que además ofrecen al visitante ostras u otras pequeñas especies, que de por sí no son sucias, pero los baldes donde las preparan sí lo son, exponiendo a las personas a contraer males estomacales que pueden ser muy serios.
(Las ostras, se debe anotar, no son una especie en peligro de extinción pese a ser el alimento preferido tanto por franceses y neoyorquinos como por las estrellas de mar. Se dice que por sí solas en cincuenta años cubrirían todo nuestro planeta con una capa de varios kilómetros de espesor!!!)
En la actualidad y para purificar la bahía frente a Nueva York de suciedades, petróleo derramado, etcétera, las autoridades han comenzado a sembrar ostras, que engullen lo que por allí anda flotando...
No olviden, muy apreciados lectores: tomen precauciones cuando salgan de playas, y si por esa playa está Dayana u otros de los que logran vencer la prueba “El Paso del Hombre”, tanto mejor...