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Ortega cierra la operación de la Cruz Roja en Nicaragua

Los grandes perdedores, como en toda dictadura, son los nicaragüenses, que han ido siendo despojados de lo que les defiende, los alimenta, los informa, los cuida y vela por sus familias.

Por El Diario de Hoy |

En un nuevo arranque de insania, Daniel Ortega prohibió la operación de la Cruz Roja nicaragüense, cuyas funciones —entre ellas, socorrer personas que sufren lesiones por el motivo que sea— son muy distintas a las que prestan los servicios hospitalarios propios de un país, como lo sabe cualquiera que haya tenido que esperar que ambulancias de hospitales públicos se presenten a auxiliarlo, cuando las haya y no estén embancadas por falta de mantenimiento, como sucede en muchos lugares de El Salvador.


La Cruz Roja, como entidad humanitaria, se sostiene principalmente de aportes que les hacen llegar productores y familias, a lo que se agrega la labor voluntaria de muchos que aportan sus esfuerzos.


En nuestro país la Cruz Roja por mucho tiempo ha estado dirigida por personas que aportan tiempo y experiencia a la entidad. En los últimos años el señor Teófilo Siman estuvo al frente, siendo acuerpado por otros ciudadanos que voluntariamente se ofrecían para ello, incluyendo directivos de este Gran Diario.


La Cruz Roja nicaragüense es la última institución que sufre el garrotazo de Ortega. Otras entidades que han sido suprimidas son las siguientes:


-El Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) y sus 18 gremiales de productores.
-12 universidades privadas.
-3,000 ONGs de diversa índole, entre ellas la Congregación de las Hermanas de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta.

Los grandes perdedores, como en toda dictadura, son los nicaragüenses, que han ido siendo despojados de lo que les defiende, los alimenta, los informa, los cuida y vela por sus familias.


En Nicaragua, como está sucediendo en nuestro país, los programas preventivos de enfermedades, de vacunación, de asistencia a futuras madres, lo relacionado con la enseñanza, se han ido relegando aceleradamente, literalmente “congolizando” a ese país en la institucionalidad esencial que protege a las personas, las familias y las comunidades, como por desgracia acontece en El Salvador.


En tales condiciones y al perseguir a productores de bienes al igual que las estructuras que aseguran la sostenibilidad alimentaria de la población, el futuro no puede ser más sombrío.

Es obvio que la cabeza les falla a tantos “dirigentes” de países
Cuando los timoneles de las naves estatales carecen de experiencia, rehúsan escuchar consejo alguno y dependen de sus ocurrencias para actuar, el porvenir no es sombrío sino trágico, muy amenazador, además de robar a los niños y los jóvenes su inocencia y la alegría e ilusiones de esa etapa de sus vidas, así como su futuro.


Los garrotazos de Ortega indican que sufre de un descontrol, que no sabe cómo actuar con una pequeña medida de sensatez sino que todo lo hace alocadamente, “a la diabla”.


Ortega, al lado de Putin, de Maduro, de Díaz- Canel sufre de lo que es un caso de peligrosa demencia; aprisionarlo no es la fórmula cuanto encerrarlo en un manicomio, como debió haberse hecho con Hitler y de seguro con Trump, una grave amenaza al mundo.


Nuestro país se encamina, por las señas que hay y las advertencias que hacen entidades foráneas, a un colapso en sus finanzas, además de una hambruna, pues no se sabe cómo va a solucionarse el faltante de ocho millones de quintales de granos esenciales para alimentar a la población.

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Crisis En Nicaragua Opinión Represión Política

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