El descarado nepotismo del régimen fue una de las fuertes denuncias de los participantes de la marcha del 1 de mayo, un nepotismo que toca todo el gobierno como se viene señalando desde que Bukele asumió la presidencia.
El nepotismo, palabra derivada del italiano “favorecer a los sobrinos” desde posiciones dentro de una organización sea estatal o privada, se originó cuando los papas del Medioevo nombraban a sus sobrinos, fueran tales o hijos naturales, en cargos dentro de la curia o en entidades laicas bajo control de la Iglesia, en una época en que los dominios eclesiásticos abarcaban una parte importante de Italia.
En el caso actual de nuestro país se ha visto cómo negocios, mamandurrias, adjudicación de obras se conceden a allegados al régimen o sus familiares, tengan o no la capacidad profesional o ética para desempeñarlos. Por eso se trata de esconder sus actos a toda costa.
Para proteger a los beneficiados, el régimen, echando mano de sus diputados —que aprueban sin modificaciones lo que llega del Ejecutivo, por más desarticulado que esté con la realidad, como en el caso del “tren del Pacífico” o el “aeropuerto del Pacífico”— los amnistió por las faltas, errores, picardías o saqueos que cometan.
No pueden ser responsabilizados ni procesados, debe anotarse, por ahora, pero la justicia llega, como lo demuestran los juicios y encarcelamientos de en su momento todopoderosos funcionarios a lo largo de estos años.
Vale, al respecto, traer a cuentas un hecho: cuando se elige un nuevo papa, un prelado se pone frente a él, quema un poco de yesca que literalmente se evapora frente a sus ojos y advierte: sic transit gloriae mundi, “así pasan las glorias de este mundo”.
La Basílica de San Pedro en Roma está llena de tumbas de prelados cuyas glorias ya pasaron, incluyendo la del infame y obeso papa que ordenó quemar vivo a Giordano Bruno por haber dicho este último que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no el Sol alrededor de la Tierra.
Bruno fue inmolado y su amigo y discípulo, Galileo, desterrado a Florencia, donde literalmente inventó la ciencia.
Parentelas, amigatelas, vendedores, sindicalistas y oportunistas
Los nepotistas del momento perpetran toda suerte de abusos, desde la compra de granos a mercaderes de Sinaloa hasta contrataciones para efectuar obras de toda índole, algunos de ellos muy obesos, otros medianamente obesos, otros flacos.
El nepotismo actual ha elevado a sindicalistas al rango de ministros y a vendedores de motocicletas a posiciones desde donde pontifican y amenazan casi cotidianamente.
Que uno de los “nepotes” nombrados para tal o cual cargo tenga las cualificaciones para desempeñarse en él —cualificaciones tanto profesionales o morales— no viene al caso: de lo que se trata es que cumpla órdenes emanadas desde Capres.
El nepotismo representa un despilfarro de recursos valiosos, de lo que contribuyen con sus impuestos los emprendedores, la gente de trabajo en un país.
El nepotismo equivale a echar arena sobre los engranajes de una máquina, pues las personas no capacitadas pero asignadas a desempeñar un cargo despilfarran recursos además de, con gran frecuencia, embolsarse dinero.