La empresa textil estadounidense HanesBrands anunció que se ha visto obligada al cierre de una de sus plantas en nuestro país, situada en San Juan Opico, lo que deja a 700 personas sin trabajo en una primera etapa.
“Debido a la incertidumbre de la economía global y a la baja demanda de los consumidores, la casa matriz ha tomado medidas para alinear y consolidar las capacidades de producción y los recursos para continuar atendiendo a nuestros clientes y consumidores de la mejor forma”, explicó.
La empresa ha fomentado siempre la capacitación de su personal, al punto que varias personas que ingresaron como operarias lograron llegar a puestos administrativos importantes.
Esta clase de situaciones que sufren empresas por causas ajenas a su voluntad no sólo afecta al personal sino también la economía de los lugareños, además de enviar señales muy importantes tanto a otras empresas cuanto a potenciales inversores.
Ciertamente hay una situación financiera mundial apremiante, pero también es evidente la falta de esfuerzos de las autoridades encargadas para atraer las inversiones extranjeras y proteger e incentivar las ya existentes. A lo largo de esta década hemos visto la salida de grandes empresas textileras, así como de jugos y refrescos, masa y otros alimentos, maquilas y cadenas de tiendas.
Tal cosa es de esperarse cuando en un país el Orden de Derecho se derrumba y todo queda sujeto a lo que un régimen y su asamblea de allegados dispone, como sucedió en Cuba a la llegada de “la banda de barbudos” y en Venezuela con Hugo Chávez: literalmente los inversores y muchos negocios “votan con sus pies”: hacer maletas y coger otros caminos es una señal más que elocuente, lo que sucedió con todas las empresas de tecnología en la zona de San Bartolo, principalmente la Texas Instruments, en los años 80.
Hace unas semanas el régimen trató de vender la idea de que Google venía a invertir cuando realmente le están comprando servicios al gigante de las comunicaciones. En Costa Rica, en cambio, Intel anunció que llegará invertir 1,200 millones de dólares y Tigo dijo que invertirá 100 millones para expandir sus servicios en Panamá.
Si actualmente la mitad de la población en nuestro país ha caído en la pobreza, la retirada o disminución de inversiones hace mucho más difícil solucionar lo que es ya una tragedia nacional: vamos de mal en peor.
La inversión en todas sus variantes sanas, desde la empresa que amplía sus operaciones hasta el pequeño taller que adquiere un equipo que agrega un operario para tal labor, es siempre más que deseable pues atrae más inversión. Y pese a lo que sufre El Salvador, muchos siguen empeñados en vivir donde nacieron o que por diversas circunstancias adoptaron como su nueva patria.
Más y más estamos en riesgo de convertirnos en Estado fallido
Al lado de aquellos grupos que dejan de invertir o simplemente buscan oportunidades en países más estables, seguros, también hay múltiples señales de generadores de riqueza que están ampliando sus operaciones, desde grupos como Almacenes Siman que han presentado su hermoso nuevo proyecto, Supermercados Selectos que abre más y más locales en el país (suman ya 102 tiendas), el Grupo Vijosa que acaba de anunciar un nueva inversión de cien millones de dólares, como el pequeño taller que adquiere un nuevo equipo sumando un operario adicional.
En Soyapando se han inaugurado nuevos centros comerciales donde la gente puede reunirse sin temor, comprar, comer algo o simplemente “vitrinear”, ver lo que se ofrece, mirar a otras personas, encontrarse casualmente con conocidos, todo libre del clima de temor denunciado por el cardenal Rosa Chávez, señalando un mal que más y más se sufre por la población: el miedo al régimen de excepción que impide que las personas vivan tranquilas, a lo que se suma la amarga realidad de más y más familias cayendo en pobreza y sobre la nación una enorme deuda que está llevando El Salvador a convertirse en un “Estado fallido”.