Más y más y más ocurrencias, menos y menos y menos frijoles… el Ministro de Educación dice que a falta de dinero y debido al alza de precios de los alimentos —todo causado por los palos de ciego del régimen— a los niños no les pueden dar frijoles para desayunar, lo que obviamente afecta tanto su desempeño escolar como su salud, su desarrollo físico y mental.
“No hay frijol en el país” y por eso no lo llevan a las escuelas, dijo el funcionario.
La organización CAMPO ha denunciado que el país es deficitario o carece de más de ocho millones de quintales de granos básicos que les son más que necesarios, lo que quiere decir que no se tiene la capacidad de alimentar bien a la gente y esto será más notorio a partir de mayo.
Lo que sucede fue predecible desde el momento en que el actual régimen se instaló y dio inicio a sus medidas de fuerza contra el orden democrático, un proceso que inicia al asumir el poder Antonio Saca, se acentúa con Funes y empeora bajo el Profe.
Daniel Rodríguez, secretario del sindicato SIMEDUCO, detalló que las escuelas atienden a los alumnos 200 días lectivos, pero la canasta de alimentos solo brinda un soporte para 120.
La regla es que los regímenes autoritarios inexorablemente conducen a penurias de toda naturaleza para la población, entre ellas afectar el sustento, los servicios de salud, la enseñanza, el mantenimiento de las calles y, como ahora, provocar hambre…
Pasar hambre en la niñez afecta el intelecto y el desarrollo físico de los jóvenes y adultos. Lo que está sucediendo a causa de las ocurrencias y los despilfarros del régimen es trágico, sabiendo que “el futuro reside sobre los hombros de los niños de hoy”.
Era más que predecible que el descuido de la agricultura, las compras de granos a sobreprecio a mercaderes de Sinaloa (el lugar donde está asentado el considerado cartel más poderoso de la droga), cambiar continuamente a titulares en Agricultura, seguir sosteniendo el ruinoso esquema de la “reforma agraria” impuesta al duartismo, tendrá muy graves consecuencias.
Sólo los insensatos no valoran que se les maldiga para siempre
Llevar por buen rumbo a un país básicamente consiste en ser racional en las decisiones, pensar más en servir a la colectividad que en servirse de ella, aprender rápidamente de los errores y rodearse de gente pensante, capaz de señalar errores y no de serviles, de los que sin enterarse de los efectos de una medida, levantan la mano o pulsan el botón sin medir las consecuencias de sus actos.
¿Cómo es que la buena gente en el mundo anhela que se le recuerde? La inmensa mayoría no quiere dejar mala memoria de su paso, de que al mencionar su nombre sólo suscite maldiciones entre aquellos que le conocieron, como sucede cuando se nombra al dictador Hernández Martínez, o a Jorge Ubico en Guatemala.
Decían de un presidente mexicano que tenía “manos puras”, pero cuyo hermano fue “puras manos”, el que robó lo que pudo “en nombre del clan”. Es la clase de trayectoria que mancha la memoria de Perón en Argentina, no digamos las maldiciones que el solo nombre de Hitler evoca desde la caída del “Tercer Imperio”, una fama comparable a la de Vlad de Transilvania, el siniestro monarca que dio origen a la leyenda de Drácula, como quedará el criminal de guerra y envenenador Putin en el futuro…