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Un alto en el camino: los accidentes de tránsito una mortal epidemia

Solo intento que entendamos que el país ha sufrido demasiado, hemos pasado por una guerra civil, por una violencia pandilleril inimaginable y lo que se debería respirar en el ambiente y en las calles debería ser el respeto por las señales de tránsito, por los gestores de tránsito y sobre todo, por nuestro prójimo.

Por Ricardo Lara
Médico

Desde el punto que se quiera ver, vale la pena hacer “un alto en el camino”. Algo que parecía increíble, como es la violencia que se vivía en las calles del país especialmente en la capital, es gran medida algo controlado. Pero no hay día en que no aparezca en las redes sociales un accidente sea de carro o de moto, casi siempre con saldos fatales.

 La OMS define un accidente como un “acontecimiento fortuito, generalmente desgraciado o dañino, independientemente dela voluntad humana, provocado por una fuerza exterior que actúa rápidamente y que se manifiesta por la aparición de lesiones orgánicas o trastornos mentales. Un accidente es un suceso no intencionado que provoca daños, lesiones o perjuicios”.

La definición es clara. Nadie quiere dañar un bien material tenga el valor que tenga, menos poner en riesgo una vida; sin embargo, la violencia social que ha atravesado El Salvador se manifiesta en los siniestros que suceden a cada momento.

Definitivamente la elevadísima tasa en percances viales refleja no solo las altas estadísticas en muertos y heridos sino que debemos ver la salud mental de la población. Tenemos a una sociedad enferma y violenta que ve en un vehículo un tipo de arma que puede usar contra su prójimo; hay una gran diferencia entre un “accidente definido por la OMS” a ser intolerantes y que nuestra mente vuelque toda su ira, frustración y más contra otro conductor.

Pero debemos preguntarnos: ¿cómo estará la salud mental de una persona que maneja desde Santa Ana, Sonsonate y Ahuachapán y demora más de tres horas en llegar a su trabajo? No puede estar bien, sencillamente es una bomba de tiempo. La cortesía, el respeto y ser un ejemplo para otros conductores se tira al cesto de la basura, dando paso a que la violencia y la muerte sea el pan nuestro de cada día.

Ojalá estas sencillas líneas sean leídas, no por ego ni por creer que mis artículos son de gran interés, sino con tan solo un objetivo: “salvar vidas”; que el conductor anhele llegar a casa tal como salió por la mañana, y no la tenemos fácil.

Por las redes sociales circulan videos donde laintolerancia aflora en las calles y eso que hablamos de una población que su única arma es el vehículo o una motocicleta. ¿Qué pasaría si los conductores portaran armas de fuego? Estaríamos ante una carnicería diaria donde el más fuerte o el más violento será el único ganador a pesar que en minutos será capturado y pasará condena por un acto de total intolerancia.

 El objetivo de este artículo es que cada conductor tome conciencia de que hoy más que nunca no podemos volver las calles del país lugares donde ejerzamos la violencia. Hay hijos y padres que esperan por el feliz retorno de sus seres amados y lamentablemente habrá unos que nunca llegarán a sus hogares. Esto no puede seguir, nuevamente hago un llamado a la población a hacer “un alto en el camino”, no es “el Camino de Santiago” sino el camino que nos debe llevar con bien a nuestros hogares.

¿Es esto mucho pedir? No lo creo, solo intento que entendamos que el país ha sufrido demasiado, hemos pasado por una guerra civil, por una violencia pandilleril inimaginable y lo que se debería respirar en el ambiente y en las calles debería ser el respeto por las señales de tránsito, por los gestores de tránsito y sobre todo, por nuestro prójimo.

Llegar cinco minutos o una hora tarde poco cambiará nuestro destino pero ser una fría estadística no se vale, padres, madres, hijas e hijos esperan a sus seres amados en cada conductor sea de vehículo o de motocicleta.

Vale la pena remitirnos al árearural donde sucede lo mismo, es el camión más grande a quien se le ocurre cargar o descargar sean vegetales, materiales de construcción que pareciera  que el tamaño y las toneladas son las que deciden el tiempo de los otros; queda demostrado que la violencia o siniestros que suceden a cada momento no es exclusivo del área urbana, sino de todo un país que lamentablemente refleja una mente insana donde ya el accidente como tal, se vuelve algo a propósito, algo que se pudo evitar. Creo que al final es responsabilidad de todos los que conducimos en nuestro país.

Médico.

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Opinión Violencia Callejera

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