El fallecimiento de Bobby Murray deja un hueco muy grande en el espíritu centroamericano, una huella irremplazable en la convicción del empeño por hacer algo mejor, y una motivación en la que debemos continuar por el bien de Centro-América.
Bobby fue miembro del Diálogo Inter-Americano desde el 2006, una persona cuyo compromiso exigió sumar tiempo más allá de responder a la demanda de sus labores empresariales y familiares. Bobby entregó su energía a El Salvador como viceministro de Educación, miembro de la junta directiva del Banco Central, dentro del Fondo de Inversión Social, en apoyar en el fondo de emergencia frente al terremoto, así como participó en abordar el problema de inseguridad y violencia en su país.
El compromiso de Bobby por promover el diálogo ha sido una prioridad.
Desde el Diálogo Inter-Americano Bobby ha sido un campeón en la lucha por asumir un enfoque regional a los problemas de Centro-América, la migración uno de ellos. De los muchos esfuerzos en el que Bobby trabajó está su empeño en reconocer el esfuerzo y dedicación de los salvadoreños en la diáspora y de buscar soluciones para formalizar su status. Su dedicación al Diálogo fue primordial, a pesar de formar parte de muchas otras entidades importantes. Como él lo planteó, si el Diálogo no hubiera existido, lo hubiéramos creado por lo necesario en el trabajo que realiza para abordar nuestros retos. Testamento de ello incluye su contribución a promover un diálogo entre el Congreso de Estados Unidos, la diáspora y otros actores importantes para promover el desarrollo, mitigar la migración forzada y formalizar el estatus de los Salvadoreños en Estados Unidos.
Bobby es un sólido e incansable líder. El personaje y ejemplo que tanto necesitamos en este momento en la región. Una persona con una entrega incondicional hacia las Américas, así como un individuo sencillo, honesto y trabajador. Sus atributos son hoy lo que necesita Centro-América para combatir la corrupción, la desigualdad, y los ataques a la democracia.
Murray, ya antes de la crisis de 2018 en Nicaragua, advertía en el 2017 la importancia de abordar la problemática de ese país y la radicalización de lo que después se consolidó hoy en una dictadura.
Su legado también incluye aprovechar el Diálogo como plataforma para que el sector privado participe dentro de las soluciones regionales, y no solo se “enfoque en hacer buenos negocios”. Desde su perspectiva, la empresa regional tiene que integrar otros valores, como la responsabilidad, la integridad, y la ética. Bobby Murray motivó a que los empresarios aumentaran su vocación por el servicio, por una legítima preocupación por el bien de otros, y una fuerte voluntad por compartir sus logros. Bobby pidió que los líderes empresariales eleven sus esfuerzos para ejecutar su ciudadanía nacional cambiando sus actitudes y perspectivas hacia el bien común. Para Murray, la lucha por la corrupción requiere de un nuevo paradigma sostenido por la ética y la integridad.
En homenaje a la vida de Bobby Murray y al tan turbulento presente por el que pasa Centro-América, es importante recuperar la dignidad, la integridad y el respeto humano para enfrentar los retos con los que nuestra región está lidiando. Hay pérdidas, y hay perdidas que nos recuerdan de un futuro mejor, que la memoria de Bobby sea una de estas experiencias ejemplares.
Director del Programa de Migración, Remesas y Desarrollo del Diálogo Interamericano