El número de muertes por armas de fuego en Estados Unidos no ha dejado de aumentar. Este pasado 25 de junio, el director general de Salud Pública de la nación, Vivek Murthy, declaró que la violencia armada en el país es una crisis de salud pública.
El funcionario dijo que los estadounidenses deben entrar en acción para evitar que el letal índice siga aumentando y lacerando a toda la sociedad.
“La violencia con armas de fuego es una crisis urgente de salud pública que ha causado la pérdida de vidas, un dolor inimaginable y una profunda aflicción a demasiados estadounidenses”, afirmó Murthy.
En 2022, más de 48.000 estadounidenses perdieron la vida por las armas de fuego. El director general de Salud Pública indicó que en ese año, más de la mitad de las muertes por esa causa fueron suicidios, seguidos por homicidios y muertes accidentales. Las armas de fuego son la principal causa de muerte entre los niños y los adolescentes en Estados Unidos, con una tasa desproporcionada en la comunidad afroamericana, la más desfavorecida de los grupos étnicos que conforman la sociedad norteamericana, y que todavía sufre los males del racismo y la discriminación.
Con el fin de reducir la penosa estadística, el director general de Salud Pública formuló varias recomendaciones: prohibir los fusiles automáticos; implementar controles de antecedentes para la compra de armas; una regulación estricta de la industria; la aprobación de leyes para restringir las armas en espacios públicos; y la imposición de penalidades a los que no guarden sus armas de una forma segura.
Esta última recomendación es crucial: un gran número de muertes accidentales entre los más jóvenes ocurren en los hogares debido a que muchas armas se guardan mal y se guardan cargadas. En esos accidentes letales, el 74 por ciento de las armas estaban cargadas y el 76 por ciento no tenían el seguro puesto, y muchas estaban en los dormitorios.
En Estados Unidos hay más armas que personas: más de 120 armas de fuego por cada 100 habitantes, una proporción que supera a la de cualquier otro país. Las numerosas empresas que se dedican a la fabricación y la venta de pistolas y fusiles están representadas por la Asociación Nacional del Rifle (NRA), una organización de propaganda que ejerce una enorme influencia en el Congreso para mantener las ganancias millonarias del lucrativo negocio. Con la excepción de algunas ciudades grandes como Nueva York y Chicago, los controles a la adquisición de armas de fuego son muy poco estrictos.
En una entrevista por teléfono con la agencia noticiosa Associated Press, Murthy comentó: “La gente quiere poder caminar por sus barrios y estar segura. Estados Unidos debería ser un lugar donde todos podamos ir a la escuela, al trabajo, al supermercado, a nuestro lugar de culto, sin tener que preocuparnos de que eso vaya a poner en riesgo nuestra vida”.
No será fácil, pero resolver la crisis de salud pública causada por la proliferación y el mal uso de las armas de fuego es una de las tareas más urgentes que encara la sociedad estadounidense. Es una cuestión de vida o muerte, literalmente. [FIRMAS PRESS]
Andrés Hernández Alende es un escritor y periodista radicado en Miami. Su novela más reciente es La espada macedonia, publicada por Mundiediciones. En 2023 publicó un libro sobre la pandemia del COVID-19, titulado Una plaga del siglo XXI, a la venta en Amazon.