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“La verdad es terca”

“Han apostado a la tortura, a la muerte, a la mentira”, escribió la periodista Sebastiana Barráez sobre la orden detención que ha emitido contra ella la dictadura de Maduro. Estos son fragmentos de su respuesta al fiscal general del régimen chavista, Tarek William Saab.

Por Sebastiana Barráez |

Déjenme iniciar con una estrofa de un poema: ‘Yo, como tú, amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de enero...’. Usted sabe a quién pertenece ese poema. Y sospecho que su puesta en escena de hoy tiene que ver para no terminar como el autor de ese poema en 1975, el 10 de mayo”. La cita es del poema “Como tú”, del salvadoreño Roque Dalton, asesinado en San Salvador.

Usted ha ordenado una orden de aprehensión en mi contraUsted me ha ligado a un acto que yo jamás compartiría. A ver... Y no es porque crea que aquellos que lo hacen no tuviesen razones para ello. Pero yo no me apuesto a actos violentos porque yo creo en la vida. Pero más aún, creo en la justicia de Dios porque los que somos cristianos no le apostamos a la muerte.

Por eso es que usted está en una acera distinta. Porque le han apostado a la tortura, a la muerte, a la mentira, que se creen impunes porque están en el poder. Ustedes que han tratado de silenciar a los medios de comunicación, que han ido callando voces... Les tengo una mala noticia: eso no dura para siempre. Y no porque gente como yo asumamos. Y la verdad Tarek, la verdad es terca, chico. Es como el amanecer, como esos hermosos amaneceres de las montañas andinas, cuando el sol se va colando entre la oscuridad...”.

Principalmente me molesta, de lo que usted ha hecho, el señalarme involucrada en una asquerosa maniobra. Es porque usted patea mis principios, patea mi honor, abusa de ese poder donde usted está. Y porque en cierta forma, Tarek,  usted no ha entendido, como no lo ha entendido el señor Maduro, la señora Cilia, Diosdado Cabello... y todos esos que rondan ahí alrededor del poder. Eso es tan efímero, como a veces lo es la vida misma, que personas como yo hemos creído absolutamente en la importancia del periodismo. Ahh, no de esos que van a preguntarle a Diosdado Cabello: ‘Señor Cabello, ¿dos más dos son cuatro? ¿Usted qué dice sobre eso?’. No, los que hemos creído absolutamente que el periodismo es antipoder. Y que el antipoder no tiene nada que ver con acciones de tipo partidista y mucho menos con acciones de tipo golpistas.

Personas como yo no apostamos a aventuras, no solamente porque tenga ya muchas canas, sino porque además hemos sido coherentes toda la vida en la posición que hemos asumido en relación con la defensa de las instituciones. Porque hemos creído absolutamente en que nuestro hermoso país merece un destino mejor. Siempre le apostamos. Y oh, llegó la Revolución Bolivariana. Y con ella todo el derrumbe de las instituciones para enquistarse una camarilla de corrupción en el poder. ¿Sabe qué es lo peor? Que usted lo sabe, como lo sabe cada uno de los que tienen que defender esos puestos que están ocupando hoy para no caerse de la mesa que están sosteniendo. Pero también les tengo otra mala noticia: son desechables. Ese es el problema de ustedes.

Quienes amamos el periodismo y quienes creemos en el periodismo, el periodismo de verdad, quienes, como yo, empezamos una profesión convencidos de que esta era la mejor profesión del mundo. Y que hemos seguido a través de los años insistiendo una y otra vez en esa posición esencial que debe tener el periodismo ante el poder. A ver. Que yo hablo con militares, claro que hablo con militares. No desde ahora. Desde hace décadas. Algunos han muerto en el camino. Otros están ahí, vigentes, activos... Y le aseguro que muchos apostando por una Venezuela distinta a la que vivimos hoy.

Usted miente. Los cuerpos de inteligencia fabricaron otra operación. Una de las no sé cuántas. Yo creo que conté como hasta la 25, que ha sido la excusa perfecta para perseguir, para crear miedo, para amenazar, para encarcelar, para asesinar... Y no sé si decir que me causa molestia. Pero con toda seguridad me causa asco en lo que ha convertido la justicia en Venezuela.

Le voy a confesar algo. En las vísperas de Navidad, exactamente el día que supuestamente detuvieron al capitán Angelo Heredia, extrañamente él me llamó. Cosa que nunca hacía. Usted sabe que yo tengo miles de personas a las que diariamente les envío mis artículos de prensa. Yo publico mi número de teléfono en mis redes sociales precisamente para evitar los lobistas, para evitar que haya gente que hable en mi nombre. Todo aquel que sencillamente quiere hablar conmigo, puede revisar en mis redes sociales que ahí aparece el número por el cual pueden comunicarse. Pero sabe que me molesta sobremanera, que a la única periodista que usted señala de esa lista, es decir que soy yo, a esa periodista no le gustan las injusticias, no le gusta todo este juego perverso que ustedes han hecho contra los presos políticos.

Cuando el capitán Angelo Heredia me llamó extrañamente, era la segunda vez en no sé cuántos años que me ha llamado. Fue raro. Fue raro y más extraño fue que ni siquiera me haya dicho que estaba en Colombia, porque yo supuse que él estaba en los Estados Unidos, donde sé que estaba asilado, en vías de asilo. No lo sé. Y del resto de la lista que usted menciona ahí, la única persona con la que yo tengo cariño, amistad, con el que me comunico alguna vez es con Norbey Marín. Y que usted haya dicho que supuestamente iba a participar en la difusión de algo que estaban planificando en el Táchira... Claro, el montaje fue hecho en razón de que siempre he ido al Táchira en épocas de Navidad, que siempre me ha gustado la Navidad. Y es que yo celebro la Navidad. Pues en diciembre Tarek, yo estaba en París. La primera vez de una Navidad en París. Así que ni siquiera por asomo estaba en el Táchira y mucho menos pensando en cosas perversas y malvadas. Eso solamente lo pueden pensar mentes retorcidas que suponen, que en un día tan hermoso como es el nacimiento del Niño Dios y la cercanía del Año Nuevo, uno en lugar de estar pensando en los regalos de los niños, en obsequiarle a las personas que quiere, en dar abrazos, besos, en comer hallacas... Pues, andan pensando en la lucha de poder. Usted no sabe. Yo defiendo a los presos políticos porque mi padre también fue un preso político.

Y yo defiendo los sueños de la gente porque yo creo en los sueños. Yo en lo que no creo es en quitar a unos del poder para montar otros, en matar a gente para servir a los intereses de otros. ¿O no fue eso lo que intentaron el 4 de febrero de 1992 y después el 27 de noviembre de 1992?

Yo no me apuesto a eso. Yo no creo en golpes buenos o malos. Yo no creo en acciones violentas. Usted pretende silenciarme. Un periodista me preguntó hoy que si yo tenía miedo. Y le dije: ‘Por supuesto’. Claro que tengo, que debo tener miedo. Solamente los locos en una circunstancia así no lo tendrían. ¿Sabe por qué? Porque es el poder enseñoreado contra quien solo se ha ocupado de ejercer el periodismo, de ser la voz de aquellos que no tienen voz, de ser la voz que grita desde los sótanos de la DGCIM por las torturas, la violación a los derechos humanos, los que gritan desde el Sebin. ¿Qué me dicen (los privados de la libertad)? Es que me prohibieron hablar con usted, es que me advirtieron que si hablaba con usted me quitarían el teléfono y me prohibirían la comunicación.

Periodista de Infobae.

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Opinión Represión Política Venezuela

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