La formación siempre será una excelente inversión, primero, porque es para toda la vida. Desde que los conocimientos entran en nuestro cerebro, ahí estarán mientras vivimos, y si los plasmamos, en papel o en bits, quedan a la disposición para la eternidad.
Los millones de libros escritos desde que se inventó la escritura, que se han y siguen digitalizando para las bibliotecas mundiales y las futuras generaciones, son una muestra de la inmensidad de sabiduría a la disposición.
Y desde que existe internet y más de la mitad de los habitantes de la tierra, dispone de un teléfono inteligente, la mayor parte de los conocimientos están disponibles de forma gratuita, pero formarse, requiere además, de otros factores.
Primero, "querer formarse". Segundo, la satisfacción de aprender y saber. Tercero, el tiempo y la fuerza de voluntad…
La fuerza de voluntad es la decisión personal y consistente, de eliminar todas las auto y falsas excusas, por la que se pospone y vuelve a posponer algo.
Nuestro cerebro tiene una capacidad casi infinita de adquirir, almacenar y reproducir lo aprendido y de transformar la información en emociones y soluciones.
Escuchando la canción, “A mi manera” de Frank Sinatra, trae del inconsciente al consciente las emociones de un momento que se prometió inolvidable. Y de la misma forma a un cirujano, los conceptos y experiencia que tiene guardados en su memoria para aplicarlos, en una operación complicada y larga de cáncer de colon o de corazón abierto, para curar la parte del cuerpo enferma y dejar cada órgano, tejido, nervio, arteria y vena en su lugar.
En esos momentos de vida o muerte, el cerebro tiene que traer a sus manos una inmensidad de conocimientos y experiencias, que le ayudan a realizar perfectamente las operaciones y que el paciente siga viviendo.
Estoy convencido que mis inversiones en dinero y tiempo, en cursos especializados, congresos y viajes técnicos internacionales, son las mejores inversiones que he realizado y fueron muy rentables, analizando los beneficios de la aplicación de los conocimientos adquiridos.
Invertir en formación siempre será rentable y las excusas de “muy cara y no tengo tiempo” son falacias que frenan su progreso y el de su empresa.
Si se reflexiona sobre el dinero y el tiempo que gastan en cosas inútiles, la inversión en formación es ínfima. Una prueba: piense cuanto invirtió en tiempo y dinero en su propia formación el 2022. Si pasa de 60 horas y $600, lo felicito. Si son menos de 30 y $300, seguro que pudo haber sido mejor.
¿Sabe lo que muchos participantes en seminarios de actualización comentan al ponente? ¡Hubiera sido bueno que mi jefe también participara en este seminario! ¿Y por qué no vino? ¡Quizás porque cree que está muy ocupado!…
Yo nunca me cuestioné la inversión en un curso especializado, un congreso o un seminario internacional, porque siempre estuve seguro, que sería una excelente inversión, pues disponiendo de los conocimientos y la experiencia, llegaría el momento que siempre llegó, y vendrán otros, en que esos conocimientos serán mi aspecto diferencial en lo técnico y lo humano.
Con la formación, no se debe ser avaro, ni consigo mismo, ni con la de sus colaboradores, incluyendo los temas elementales y de sentido común, como aprender los sistemas y los buenos hábitos para producir sin desperdicios, eliminar las pérdidas de tiempo, ser preventivos, cuidar la economía de la empresa y el medioambiente y que la empresa y el país progresen.
Las pérdidas de recursos que suceden aquí, comparándolas con los mismos índices en otros países, son por falta de conocimientos básicos y la disciplina de aplicarlos.
Si invierte en su formación y la de su gente, sentirá la satisfacción de aprender, saber más y la rentabilidad de sus aspectos diferenciales.
Ingeniero/pedroroque.net