El sábado pasado concluyó su paso por esta tierra mi papá, el Dr. Carlos Mayora Escobar. En estos días hemos recibido muchas condolencias, abundantes testimonios y bastantes anécdotas que retratan sucesos de su vida.
Vaya por delante que personalmente, mi mamá y mis hermanos estamos sumamente agradecidos por todo lo que hemos vivido y, principalmente, por el cariño y el acompañamiento de una cantidad incontable de personas.
Hoy, como todas las semanas, me he puesto al teclado y he decidido “prestar” la pluma… y dejar a mis sobrinos que expliquen cómo veían a su abuelo. Entresaco párrafos de textos que escribieron ellos y ellas, y que fueron leídos el día del funeral:
“La tierra perdió un gran hombre y el cielo gano un santo”. Esto me dijo mi papá cuando supimos que el Payo nos dejaba solos en esta tierra.
Carlos Mayora también conocido como Doctor Mayora, y para nosotros el Payo, ha sido el ejemplo más genuino de cómo vivir, de cómo tener una vida llena de amigos, familia, problemas, alegría, tristeza, miedo, amor y muchísimas cosas más… y todo sabiéndose siempre bajo la mirada del Señor.
Cuando íbamos a visitarlo y le hablábamos de nuestras cosas, de nuestros planes, de todo lo que teníamos en el corazón, siempre nos hizo sentir una gran seguridad y un sentimiento de amor alrededor de su presencia. Nos sonreía siempre, nos sonreía más con sus ojos que con sus labios. Y uno se sentía muy querido.
“Los abuelos son enciclopedias abiertas” nos dijo uno de mis tíos, y yo digo que sí, que los abuelos son enciclopedias, pero no abiertas para todo mundo, sino más bien disponibles para todo aquel que esté dispuesto a abrirlas, ¿A que me refiero con esto? Lo que quiero decir es que para las personas que tengan a sus abuelos o abuelas en este mundo, que vayan y gocen cada momento que puedan con ellos.
Nos enseñó que, a pesar de sus muchos trabajos (…) siempre tuvo tiempo para su familia, amigos, pero, sobre todo, Dios.
Nos encontramos en un momento difícil por su partida, pero les quisiera recordar a cada uno, a los veinte nietos, que el Payo aún con las muchas dificultades que se presentaron en su vida, nunca olvidó transmitir sus conocimientos, sus chistes, sus frases icónicas y sus palabras rebosantes de razón.
En otro texto se lee: “Bien dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde; pero este no es el caso, porque yo siempre supe el gran abuelo que teníamos y también estoy seguro de que hoy no lo perdimos, sino que lo ganamos para siempre en el cielo.
Tuvimos un abuelo tan amoroso que, a pesar de tener 20 nietos, siempre supo cómo hacernos sentir especial a cada uno y a cada una, y enseñarnos que vivir es luchar.
Tuvimos un abuelo que es ejemplo de cómo hacer las cosas de manera correcta, con amor y con valentía y de servir con tanto amor a nuestra abuela y a enseñarnos a portarnos bien, pero sobre todo ante los ojos de Dios.
Ahora ya no estará con nosotros para hablarnos de historia, contarnos sus chistes, comentarnos sobre sus libros y sus anécdotas; pero vivirá a través de los que buscamos hacer el bien y lo correcto en este mundo.
El Payo logró tantas cosas que algún día espero lograr yo, desde algo tan simple como reunir a su familia todos los sábados sin falta, guiar a sus nietos para siempre ser buenas personas, hasta entregarse a su familia, sus amigos y aquellos que lo necesitaban.
Te queremos mucho Payo le digo, y lo escucho responderme, con esa inolvidable sonrisa suya de picardía: “sean buenos”, como nos solía decir al despedirnos de él.
Un santo de nuestro tiempo decía que a él no le gustaban las primeras piedras… pero sí que bendecía las últimas. Pero yo, en realidad, estoy un poco confundido, pues una vida como la de mi papá termina poniendo la última piedra de su existencia, pero la primera de un legado que quienes lo conocimos, nos sentimos compelidos a imitar.
Ingeniero/@carlosmayorare