Partiendo que lo que aceptamos como normal es lo bueno y conveniente, y lo anormal, lo que no cumple con la expectativa de lo normal, que ya es malo por sí mismo, en nuestro entorno es peor, porque se convierte en mal ejemplo, y aquí, se emula con más facilidad lo anormal, que lo normal. Y también es malo, porque los niños aprenden de lo que ven hacer a los mayores, especialmente a sus padres.
Ejemplos: Las madres y personas adultas, lo he visto en el cruce de la avenida Juan Pablo a la altura del parque Campo Marte, que arriesgándose ellos y a sus niños, a la par de cientos de personas, atraviesan la calle, justo debajo de la pasarela. ¿Qué aprende el niño, sin necesidad que se lo expliquen?…
Un matrimonio en la Avenida El Espino en Santa Elena, que va en su carro y mientras el padre maneja y habla por su celular, la madre en el asiento del copiloto lleva su niña sobre las piernas y también usa su teléfono para enviar mensajes. ¿Qué le enseñan a su hija?
Un operario que avisa a su supervisor que el motor de la máquina se ha recalentado y el supervisor le responde, que eso es cosa de mantenimiento y cuando se pare la máquina que los llame. ¿Qué aprende el operario?
Un motorista que le explica al dueño o dueña del bus, microbús, o el pick up, con el que transportan personas, que los frenos le fallan y le responden, que más adelante los repararán. ¿Qué aprende el motorista?
Un padre que manda a su hijo adolescente a comprar una botella de agua ardiente para tomarla con sus amigos que han llegado a visitarlo. ¿Qué aprende el hijo?
Una pareja que discute continuamente por cosas insignificantes que no resuelven y vuelven a discutir por lo mismo muchas veces, frente a sus hijos. ¿Qué aprenden los hijos?
Un jefe que abusa de su cargo frente a sus empleados y sabe que sus empleados lo saben. ¿Qué aprenden los empleados?
Un director que convoca una reunión y él llega media hora tarde, argumentando que había mucho tráfico. ¿Qué importancia conceden al tiempo los gerentes?
Un motociclista y una señora que llevan un niño entre los dos, que me adelantan por la derecha y se pasa el semáforo en rojo. ¿Qué aprende el niño?
Un señor listo que para no hacer la cola en la carretera a La Libertad hacia San Salvador, se pasa al carril de la derecha para adelantar y detrás de él se suman otros veinte, que más adelante quieren entrar en la fila y retiene el tráfico. ¿Qué conducta ejemplar están mostrando? Una familia que en la playa cuando se van no recogen las latas ni las botellas de vidrio ni los desechables en la playa. ¿Qué aprenden los pequeños?
Cada una de esas conductas tiene un riesgo grave de accidentes, que si se producen, conllevan costos sociales y económicos para quienes los sufren y si son trasladados a los hospitales nacionales, los cubrimos entre todos por medio de los impuestos. Además son conductas conscientes, porque todos saben que no son buenas, pero que como aquí “lo anormal es lo normal”, mantienen al país en el subdesarrollo.
Y así tenemos, “buses a los que se les van los frenos”, muchos accidentes de tráfico, suciedad por doquier y continuos riesgos innecesarios.
¿Y qué hacer? Reorientar las conductas de “anormales y arriesgadas” a conductas “normales, preventivas y convenientes”. Las multas pueden ayudar, pero la solución final estriba en cada uno.
Ser precavido, amable, puntual, respetar las reglas básicas de la urbanidad, la calidad, la seguridad y ser buen ejemplo para otros y los menores. Si no le enseñamos a la siguiente generación las conductas básicas, esto cada día empeorará. Súbase al tren de mejorar nuestro querido país, porque también es suyo.
Ingeniero/Pedroroque.net