Es el título del interesante libro del padre Flavián Mucci, una obra literaria cristiana de contenido espiritual, moral, ético y alentador, que nos incita a ser personas buenas, altruistas, generosas, amables; en fin, a comportarnos como seres humanos correctos, eficientes, caballerosos, con base en valores espirituales, éticos y morales, con la finalidad de enriquecernos moral y espiritualmente, para servir a todos, ofrecer a todos nuestra amistad sincera y entrañable sin condición alguna.
En su contenido hay una verdadera riqueza de valores, de principios humanos y bíblicos que nos recomienda el autor para hacer el bien, en el prístino sentido de la palabra.
Y diría que también obremos sin límites, sin egoísmos, sin apegos, obrando con el alma y el corazón, haciendo el bien a todos; obrando con entusiasmo, con sinceridad, con altruismo, con humanitarismo, en el sentido de que aportemos lo mejor de nosotros para el bien de cada ser humano.
Aportemos nuestro conocimiento, nuestras experiencias positivas, nuestra sabiduría, nuestro entusiasmo para todos, y así obraremos el bien, la tranquilidad y aún la felicidad.
Que no haya descanso alguno en nosotros para hacer el bien; que no haya condición alguna en la que no podamos entregarnos a los demás y ofrecerles nuestro corazón.
Las condiciones nuestras deben estar siempre abiertas para obrar sin descanso, a fin de hacer favores, de socorrer al desvalido, de darle de comer al que tiene hambre, de auxiliar al accidentado; en fin, nuestras condiciones siempre deben estar atentas al bienestar de las personas.
El padre Flavián Mucci (1935-2021) fue fundador de la Asociación Ágape de El Salvador y reconocido por su ardua labor en favor de los necesitados .
Nació el 1 de marzo de 1935 en Boston, Estados Unidos. Fue bautizado como Domenic John, nombre que años más tarde fue cambiado por Flavián, tras recibir su hábito en el Seminario Franciscano Lowel, Massachussets.
Estudió 2 años de Filosofía en el Seminario Franciscano Lowel y 4 de Teología en el Seminario Mount Avernia, Wappingers Falls, de Nueva York.
La sinceridad, una sonrisa y la bendición
“Seamos sinceros con nosotros mismos para irnos entrenando en el arte de ser sinceros con los demás (David Escobar Galindo).
La sinceridad es una de las virtudes más nobles, significa honestidad, reconocimiento, juicio, nobleza, respeto, prudencia, veracidad y todo lo demás que nos personifique como seres humanos de un comportamiento correcto, ajustado a la razón.
“La sonrisa es la huella más atractiva que podemos dejar”, dice una escritora.
La sonrisa es una de las expresiones del rostro humano, más bellas, más hermosas, más sublimes.
Sonriámosle, pues, a la vida, a las flores, a las aves canoras, a los bellos parajes, a los amaneceres, a los atardeceres. En fin, sonriámosle a todo lo hermoso que nos presenta un ambiente gratificante y alentador.
Y bendigamos a nuestra existencia, que es un regalo de Dios. Bendigámosla arrodillados. Bendigamos los alimentos antes de consumirlos. “Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”, dice la Biblia.
El sacerdote echa la bendición en señal de pureza de alma y espíritu al que es bendecido.
Veamos ahora lo que algunos sabios pensadores dijeron acerca de la sinceridad:
Moliere: “Nadie podrá arrepentirse de ser sincero”.
Quevedo: “La sinceridad es madre de la verdad, y la señal del hombre honrado garantiza nuestras palabras y nuestros pensamientos”.
Jacinto Benavente: “Cuando no se piensa lo que se dice, es cuando se dice lo que se piensa”.
Y acerca de la bendición:
Moliere: “La bendición y la hermosura sin gracia son un anzuelo sin cebo”.
Rubén Darío: “La bendición y la obra bella entran por los ojos”.
Campoamor: “La bendición y la belleza sólo están en los ojos de quien mira”.
Estimados lectores, seamos sinceros con nosotros mismos y con los demás; sonriámosle al mundo y a las cosas bellas; y bendigamos a todo lo que Dios nos da: a los alimentos, a nuestra familia, al día que amanece, a los atardeceres, a los anocheceres, a los paisajes; en fin, a todo lo que Dios nos regala para que nuestra vida sea agradable. No olvidemos que nuestra existencia es Breve. ¡Sí, señores!
Maestro, sicólogo, gramático.