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El mito de Casandra

Sin lugar a dudas, la credibilidad de las personas es un hecho determinante para que otros lo escuchen y le crean, por lo que no debemos olvidar que en muchos casos el mensajero se vuelve el componente más importante para creer en el mensaje que se transmite.

Por Mario Aguilar Joya

Casandra, hija de Príamo y Hécuba, pertenece a las historias de la tradición mitológica griega. Según esta historia, Apolo le concedió a Casandra, hija del rey de Troya, el poder de ver el futuro y predecir anticipadamente lo que ocurriría. Sin embargo, después de su intento fallido de seducirla, terminó maldiciéndola para que sus profecías nunca fueran creídas, de manera que el futuro no podría ser cambiado por los involucrados.


Casandra predijo la caída de la ciudad de Troya, la muerte de su padre Príamo, la hora de su propia muerte y el nombre de su asesino. El hecho de observar impotente la aproximación de eventos futuros que traían consecuencias horribles para los demás, sin duda produce un efecto devastador en cualquiera. Para Casandra, la predicción de estos horrores futuros se convirtió en el origen de perpetuo dolor, sufrimiento y arrepentimiento de un conocimiento que, aun cuando se compartía con otros, éstos no le creían.

A partir de esta historia de la mitología griega, al fenómeno se le han dado muchos nombres: “El Síndrome de Casandra”, “el lamento de Casandra” o “la tragedia de Casandra”. Todas con la intención de describir la frustración que alguien podría tener al conocer el futuro pero no lograr que las personas a su alrededor pueden escucharla y aun menos creerle.


La traducción del nombre Casandra es “hermana de los hombres”; sin embargo, con el tiempo su nombre se convirtió en sinónimo de desgracia. Nombre triste e incompleto, puesto que aunque las historias mitológicas no tienen su equivalente en la realidad humana; no puede haber evento más frustrante que tratar de advertir a alguien de una consecuencia desastrosa en su futuro y que esta persona no siga consejos.


El deseo de ver o predecir el futuro acompaña a la humanidad desde sus orígenes, ejemplo de esta aspiración es el mito de Casandra. Aun cuando el hombre pudiera dominar lo inexplicable e inexorable que pueda ser el futuro, faltaría ver la reacción de los involucrados. ¿Creerían? ¿Desestimarían estas visiones? O simplemente tratarían de cambiar el curso de los hechos para evitar confrontarse con un futuro hostil.


En Medicina la realidad nos demuestra que no siempre los pacientes quieren saber que sucederá si no toman sus medicamentos regularmente o si no cambian conductas autodestructiva que mantienen a pesar de que todos sabemos los llevara a una vida más corta. En un interesante estudio publicado en The American Economic Review la Doctora Rebeca L. Thornton, demostró que hasta un 20% de adultos de Malawi en el sudeste de África, en riesgo de contraer el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) eligieron no enterarse de los resultados de la prueba contra el virus, incluso aun cuando se les ofreció incentivos monetarios. En un estudio similar realizado en Canadá, esta vez con pacientes con antecedentes familiares de enfermedades genéticas mortales, se encontró que un total de 10% de los pacientes prefirieron no tomarse pruebas de diagnostico aun cuando estas ya existen en el mercado, e implicaban un diagnostico temprano aunque no necesariamente un tratamiento anticipado.


Los investigadores médicos excluyen que los eventos sean culturales, puesto que efectos similares han sido demostrados en culturas diferentes. Lo más probable es que tenga que ver con el autoengaño, la deshonestidad con uno mismo y el hecho de eludir la realidad y la responsabilidad que lleva el auto-cuido.

Sin lugar a dudas, la credibilidad de las personas es un hecho determinante para que otros lo escuchen y le crean, por lo que no debemos olvidar que en muchos casos el mensajero se vuelve el componente más importante para creer en el mensaje que se transmite. Por esta razón es que el Síndrome de Casandra persiste cada día en las habituales vidas de muchos, especialmente en aquellos que no saben, a quién ni que creer.


Doctor en Medicina.

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