Una gran festividad e increíble experiencia que toca el corazón de cada cristiano católico, e incluso no católico se vive en la Semana Santa. Sin embargo, ¿qué pasa después? ¿Se vuelve a la vida mundana, donde dañar al prójimo está a la orden del día? Claramente no es ni debería ser así. En este tiempo de Pascua es muy importante que los salvadoreños cristianos católicos, e incluso protestantes, nos detengamos a reflexionar sobre el sentido de la vivencia de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
En nuestro país están ocurriendo muchas situaciones preocupantes: las estructuras sociales y políticas se encuentran en un punto que nos están llevando a lugares sin retorno. Nuestros actuales líderes ocupan el nombre de Dios en vano para ganar aceptación y dinero. La violencia, manifestada de cualquier manera (física, verbal, psicológica, etc.) se encuentra tan “normalizada” que es el nuevo pan de cada día. Y en general, la población está buscando su propio provecho, sin importar que, con ello, tengan que destruir a su mismo hermano salvadoreño.
Todo ello entra en contraste con lo vivido en la Semana Santa. Pedir perdón por los pecados y darme cuenta de lo miserable y mundano que soy no es suficiente, ¡Es necesario actuar! Esto, muy probablemente no pueda hacer eco en esa parte de la población que tuvo realmente “vacaciones” y anduvo conociendo nuestro bello país, o quizás sí. Sin embargo, para el cristiano practicante es necesario reflexionar y tomar acción sobre lo que estamos haciendo como país.
El cristianismo es la religión que predomina en nuestro país (lo son tanto católicos como evangélicos). Por ello, el reflexionar sobre la vida de Jesús y hacerla vida, día con día realmente puede impactar directamente en la sociedad de manera positiva. Y cabe aclarar que no es esperado que cada uno realice grandes acciones en pro de la sociedad, lo importante en sí es realizar un cambio desde adentro, para así luego darse por los demás. Es de recordar que las pequeñas acciones multiplicadas por miles de salvadoreños, se pueden convertir en cambios significativos en nuestro país.
Por otra parte, es de recordar que esto es deber y derecho que tiene cada una de las personas. No sé puede olvidar que vivimos en un Estado laico, y nunca, en ninguna circunstancia será correcto y viable, politizar una religión, así como la fe de los creyentes. Esto no quiere decir que nuestros funcionarios o líderes no tengan el deber y derecho a conmemorar una semana santa, o querer adoptar una vida bajo los mismos valores que Jesucristo practicó; sin embargo, como dice un viejo refrán “zapatero a tus zapatos”, cada cosa tiene su lugar.
Vivir una Semana Santa conmemorando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo es perfecto; sin embargo, esto no debe quedarse sólo por unos cuantos días. Es necesario practicarlo día con día, internamente y luego para con el prójimo. Por otro lado, quienes no practican dichas creencias es necesario la tolerancia y respeto, recordar que la libertad de religión y culto es un derecho, tutelado por el mismo Estado. ¡Felices Pascuas!
Estudiante de Quinto Año de Ciencias Jurídicas.
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)