La carta a los Gálatas 5:22-23 dice así: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
El Señor Jesucristo nos anima a que mostremos evidencias de que hemos nacido de nuevo, lo cual es consistente con dar frutos dignos de arrepentimiento, es decir, tener la conciencia de dolor y pena por haber ofendido a Dios con malos hechos. Pero uno de los frutos que más nos cuesta desarrollar es la paciencia, dado que algunas personas queremos las cosas de inmediato, sin aprender a esperar.
Recordemos que no hay fórmulas mágicas para el éxito. Todo es un proceso lento y para los que no tenemos el camino claro y tampoco su duración. Debemos ejercitar la paciencia. Pero si te dejas gobernar por la desesperación, eso producirá que acortemos el camino tomando atajos. Y lo peor que nos puede pasar es acortar le proceso de aprendizaje a causa de la impaciencia, para que un niño nazca una mujer debe esperar casi nueve meses, tiempo en cual pasara diversas situaciones que agotaran su salud, pero ese proceso la vuelve más fuerte y más consiente de la realidad de la vida.
Ahora bien, pensemos un poco de como es el desarrollo del bambú japonés: durante los primeros seis años desde que su semilla es plantada no hay apenas muestra en la superficie de la tierra que nos haga pensar que se va a convertir en una planta alta y majestuosa. Es durante el séptimo año de su crecimiento y tan solo en un periodo de seis semanas de duración en el que el bambú japonés se desarrolla y llega a tener hasta 25 metros de altura.
Lo que sucede es que durante los primeros seis años el bambú desarrolla y fortalece sus raíces, que no se ven, raíces que son fundamentales para permitirle crecer a un ritmo de vértigo en tan solo seis semanas y sostenerse firme cuando alcanza gran altura y hacerles frente a las ráfagas de viento.
Esta es una historia que encierra varias enseñanzas. Por un lado, no todo es lo que parece, ni todo se desarrolla al mismo ritmo. Puede dar la impresión de que el bambú no crece durante los primeros años, pero sí lo hace, en la parte que no se ve, es decir, su raíz que profundiza en la tierra y esto es así para luego permitirle crecer rápido y fuerte y mantener su altura después.
Pero, además, nos hace reflexionar acerca del fruto del espíritu que es la paciencia, entendida como la capacidad de tener tranquilad para esperar.
Dice el profeta Isaías 40:31. “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” de manera que esperar se vuelve un hábito poderoso, que nos ayuda a moldear el carácter, a mantenernos firmes en el proceso, sabiendo que Dios es fiel para darnos la paz, en medio de las dificultades o tribulaciones y enfrentar así la vida.
De modo que la perseverancia, la firmeza y la constancia nos alientan a no rendirnos y a buscar fortaleza, y así como el bambú japonés tarda en crecer, debido que su fundamento se desarrolla primero (la raíz), así el fundamento de cada persona debe estar en el Señor Jesucristo, para poder enfrentar las tribulaciones. La paciencia es imprescindible para aplicar en el cuidado de la “semilla” de todo aquello que hacemos. Porque solo el cuidado y dedicación diarios harán que se desarrollen nuestras “raíces” que nos permitan luego un crecimiento fuerte y una importante altura.
En otras palabras, si no estás consiguiendo éxito en lo que te estás trabajando, no decaigas, quizá todavía estás desarrollando tus raíces, nunca te rindas, no tires la toalla; recuerda que las mejores batallas no son las que se ganan sin mayor esfuerzo, sino las que pierdes, porque ellas te proporcionan el aprendizaje, para cambiar la forma de actuar y de ver la vida. Únicamente el que se cae aprende a levantarse, de modo que no puede haber éxito sin esfuerzo, ni gloria, sin sufrimiento, ni aprendizaje sin un proceso riguroso. Por ello el Señor Jesucristo nos amina a tener paciencia y a esforzarnos al máximo.
No olvides el mandato de Dios: Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo: Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión. (Josué 1:9-11).
Abogado y teólogo.