Sin ser un experto, pero por mi propia experiencia, cursos que realicé, libros que he leído y videos divulgativos que he visto sobre los adelantos de la neurociencia y el estudio del cerebro, creo haber entendido lo básico de cómo funcionamos los humanos.
En resumen, somos seres “psicosomáticos”, la mente influye en el organismo y el organismo en la mente, en lo positivo, lo neutral y en lo negativo. El estado de ánimo positivo y de alta autoestima puede ayudar a sentirse mejor de un mal, y el mismo con más o menos la misma intensidad, causar más molestias si uno se encuentra en una condición depresiva y de baja autoestima.
El filósofo holandés René Descartes nos dejó el razonamiento: “Pienso y luego existo” que relaciona la mente y “el ser y estar”. Del filósofo español José Ortega y Gasset nos quedó la frase sobre la realidad de cada uno: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Las circunstancias son las condiciones específicas y diferentes de cada persona, la suma y combinación de la forma de pensar y cómo las variables externas del entorno afectan según los intereses particulares.
Una lluvia moderada beneficia a un agricultor porque alimenta su siembra, para otro que vive cerca y tiene problemas con el techo en su casa, la misma lluvia le afecta negativamente. En el mismo entorno, según las circunstancias reales de cada uno les afecta diferente y lo que para uno es ganancia con una buena cosecha, para el otro, que entre agua y se mojen sus enseres significa un gasto, si se arruinan tendrá que comprar otros.
Bueno…Desde que tenemos teléfonos inteligentes y recibimos 7/24 /365 muchísima de información de diferentes fuentes, quizás 20 veces más que hace 10 años, incluyendo chambres y rumores políticos, ciertos y falsos persona a persona. Estamos “sobre informados” de más cosas que no nos sirven, que de cosas útiles y la cabeza de mucha gente rebalsa de datos innecesarios y llegaron al punto, que si pierden la conexión con internet, sufren de nomofobia, el síndrome de la desconexión.
Ansiedades y aflicciones siempre las hubo, pero creo que actualmente sus efectos se han multiplicado y nos están perjudicando más.
Y si bien las circunstancias de cada uno son reales, las ansiedades en su mayoría puede que sean irreales y recientemente descubrí, que muchas provenientes de situaciones reales, para cada uno son mentales.
Siempre fui hipotenso pero inesperadamente se me subió la presión. Fui a mi médico de cabecera y amigo, me examinó y me dijo que no tenía nada, pero por ser también amigo, hablamos un buen rato y descubrimos que por ser “psicosomático”, como somos todos, la presión se subió a causa de ciertas ansiedades.
De la conversación concluí tres reglas: 1.Si las cosas se pueden arreglar, arréglelas, si es posible, hoy mismo. 2. Si las situaciones ya avanzaron y no hay marcha atrás, ayude a que no empeoren. 3. Si las situaciones ya rebasaron su punto crítico, asúmalas como circunstancias.
Repasada cada una de las ansiedades, las relativas a mis decisiones ya lo hice y desaparecieron. Hoy son circunstancias que me alegran porque suman y agregan valor. Las otras como no está en mis manos resolverlas, siguiendo las reglas 2 y 3, aunque continúan siendo reales, desaparecieron como ansiedades y hoy son circunstancias de otras personas a quienes si puedo ayudaré.
Les comparto las tres reglas, que son puro “sentido común”, pero como, el sentido común es el menos común de los sentidos, quizás a usted también le están afectando más sus ansiedades mentales que sus circunstancias reales y le puede ser útil aplicarlas.
Pues eso… Disfrute las vacaciones, cuide a su familia, absténgase de las insistentes ofertas de bebidas alcohólicas, maneje a la defensiva y cuidado con los kamikazes de las carreteras.
Ingeniero