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Don Bobby Murray, el Ave Fénix y las abejas

No fue nada extraño, entonces, que aquel joven empresario apareciera entre los escombros del Ricaldone y que el padre Cafarelli viera la luz para iniciar la reconstrucción del tejido social salesiano y producir una de las mieles de más alta calidad educativa en Centroamérica: la Ciudadela Don Bosco.

Por Ricardo Bracamonte

Hay una anécdota que, para los salesianos impactados por el terremoto del 10 de octubre de 1986, significa “un volver a nacer” porque ese devastador sismo los dejó “en una situación verdaderamente dramática, impactante, desastrosa”: se había destruido casi toda la obra salesiana, de aquel entonces.


Así lo contaba el sacerdote Salvador Cafarelli (fallecido en abril de 2019), fundador de la “Ciudadela Don Bosco”, quien, con viva emoción recuerda, en una entrevista grabada dos años antes de su muerte, por el equipo de comunicaciones de la Fundación para la Educación Integral Salvadoreña (FEDISAL), que “en medio de los escombros del colegio Ricaldone”, apareció un hombre de unos 40 años, preguntándoles “en qué les podía ayudar”…..se trataba de Don Roberto Murray Meza.


“Ahí empezó a cambiar todo”, indica Cafarelli y define a Don Roberto “como el que más impulsó la idea de aglutinar un buen grupo de empresarios”, junto a la familia Simán y otros benefactores, para “volver a nacer”.


Renacer de entre las cenizas como el Ave Fénix está presente en toda la vida de la familia de este empresario. Así lo manifiesta un artículo de un periódico local, de agosto de 2008 cuando el abuelo de Don Bobby, Don Rafael Meza Ayau, padre, antes de fundar en Santa Ana, en 1906, La Constancia, había terminado con una empresa de fósforos “porque el gobierno de entonces los cargó con un buen porcentaje de impuestos que encareció el producto”.


“Nadie tiene derecho a morir/ Empezar de nuevo, sí, mil veces sí/ Empezar siempre y siempre vencer/”, dice parte de un poema escrito de puño y letra por Don Rafael, en sus memorias, una especie de biblia para la familia. Y agrega otro elemento: “Y la abejita, cantando saluda y empieza de nuevo/tal es el espíritu de la Constancia/, hasta formar un panal.

Don Bobby Murray, ya presidente de La Constancia, volverá a recordar estos pensamientos cuando en el marco de la globalización –la competencia encarnizada entre empresas locales y transnacionales- optaron “por dejar a los sudafricanos en control total del negocio” de la cerveza, en una transacción que implicaba, ni más ni menos, que “volver a empezar”, como el ave Fénix e iniciar la construcción de un nuevo panal, como las abejas, con AGRISAL (Agrícola Industrial Salvadoreña) con un nuevo portafolio de negocios en la industria hotelera, inmobiliaria, fondos de inversión y energía renovable.

En una ocasión, Don Bobby contó que su madre, Rosa Meza Ayau de Murray, le transmitió los valores sociales que más tarde lo llevarían a ser embanderado de la responsabilidad social de los empresarios. Por eso en uno de sus discursos afirmó “Intentar cosas nuevas es lo natural en cualquier empresario medianamente exitoso. Hoy eso no es suficiente. Ahora se trata de hacer que el propio éxito sea garantía de crecimiento para la sociedad entera”.


No fue nada extraño, entonces, que aquel joven empresario apareciera entre los escombros del Ricaldone y que el padre Cafarelli viera la luz para iniciar la reconstrucción del tejido social salesiano y producir una de las mieles de más alta calidad educativa en Centroamérica: la Ciudadela Don Bosco.


Cuenta la leyenda que el Ave Fénix tiene el poder de transformarse en un pájaro de fuego e irradiar el renacimiento, el renacer físico y espiritual a partir de la destrucción. También de las abejas se sabe que son cruciales para la polinización tanto de cultivos como de plantas silvestres, así como un ejemplo de organización social.


El Ave Fénix y las abejas, dos símbolo que inmortalizan la figura de este empresario ejemplar.

Profesor, Licenciado en Letras y Maestría en Política y Evaluación educativa

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