En noviembre del año 2023 tuve la enorme fortuna de poder participar, en Londres, en la Conferencia inaugural de ARC (“Alliance for Responsible Citizenship”, o Alianza para la responsabilidad como ciudadanos), en la que se reunieron, durante tres jornadas, más de mil quinientas personas: líderes y gestores de cambio de todo el mundo, con el propósito de encontrar el modo para mirar con esperanza el futuro de nuestra civilización.
A mediados de febrero de este año, también en Londres, tuvo lugar la segunda conferencia ARC. Esta vez con la participación de más de cuatro mil personas: líderes políticos, empresarios, policy makers y forjadores de cultura afrontaron cuestiones morales, sociales, culturales y económicas; a fin de lograr sinergias y trabajar cada uno desde su sitio para forjar un mundo mejor para la mayor cantidad posible de personas.
Esta vez no tuve la suerte de poder asistir… Sin embargo, después de revisar el abundantísimo material que se puede encontrar en la página web del evento, y las conferencias disponibles en Youtube, ha llamado especialmente mi interés, entre otras, una conferencia de trece minutos, pronunciada por Robert Barron, Obispo católico, en la que hace un certero y lúcido análisis de lo que podrían llamarse las condiciones imprescindibles para un verdadero desarrollo, y en la que lanza una llamada a la acción con una sugerente frase: “Unleash the Human Spirit” (que yo traduzco libremente: “dejemos ser humano nuestro espíritu humano”) como condición sine qua non para alcanzar un auténtico desarrollo.
Su tesis es sencilla y profunda: “es imposible lograr un verdadero desarrollo político y económico si se prescinde del ´summum bonum´, si no se orienta dicho desarrollo al bien supremo”, que es lo mismo que decir que si se destierra de la civilización la referencia a Dios, todo falla.
En la conferencia (que también está disponible en Youtube) amplía su tesis diciendo que “cuando en el devenir de una sociedad se deja de lado, o se olvida, a Dios, las civilizaciones tienden a colapsar sobre sí mismas, a implosionar. Si queremos un progreso real, y no solo superficial [o solo para unos pocos], es imprescindible tener como referencia a Dios”. Pero no solo como legislador o creador, como garante de la religiosidad o de la existencia de las religiones, o simplemente como un referente moral… sino, principalmente, como meta a la que se dirigen (en cuanto Dios es suma verdad, sumo bien y belleza por antonomasia) los más nobles anhelos humanos.
No me resisto a citar un párrafo, un poco largo, ya perdonará el lector, de su intervención, concretamente cuando explica: “Todo en nosotros, espiritualmente hablando, está dirigido hacia lo trascendente, hacia el infinito; cuando eso se frustra, aparecen los problemas”. A renglón seguido, para ilustrar lo dicho con una figura literaria, trae a cuento la Divina Comedia, en la que se narra que “El demonio no mora entre llamas, sino que está atrapado en el hielo. En la gran imagen de Dante, Satanás tiene unas poderosas alas (no podemos olvidar que una vez fue ángel), que están batiendo porque están destinadas a volar, pero está atrapado en el hielo de su propia soberbia y de su rencor. ¿Cuál es el resultado? El aleteo sobre el hielo solo hace que el ambiente del infierno sea más frío y su prisión más amarga. ¿Puedo sugerirles que es una imagen magnífica para evocar una cultura que se ha derrumbado sobre sí misma, destinada a volar hacia lo más alto, hacia el infinito, pero ahora se encuentra atrapada en el hielo de su propia soberbia?”
Doy por supuesta la comprensión del lector respecto a que he citado solamente algunas de las ideas principales de la intervención de marras. Sin embargo, si interesa, hago notar que el discurso completo, y casi todas las conferencias ARC puede ser vistas en Youtube con toda facilidad.
Ingeniero/@carlosmayorare