El nuevo año nos trae, como debe ser, análisis de personas muy capaces, profesionalmente, para hacernos ver cuál es la situación nacional con que terminó 2024 e iniciamos 2025. Y sabemos que esas evaluaciones, al ser emitidas responsablemente, no serán halagüeñas en absoluto, por lo que a cada uno nos toca prepararnos para afrontar, de la mejor manera posible, los doce meses que tenemos por delante.
En mi caso comienzo con las palabras del Eclesiastés: "Todo tiene su tiempo y todo cuanto se hace bajo el sol tiene su hora. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de cosechar; tiempo de reír y tiempo de llorar…". Porque ser conscientes de esa realidad nos prepara para las distintas circunstancias que, inexorablemente, deberán suceder. No es tomar las cosas a lo terrible, sino sabiendo que son parte de la vida y que tenemos la ayuda del Señor para afrontarlas y también, si es posible, para superarlas.
Luego, sabiendo qué altibajos podemos esperar, definir lo que cada quien deba hacer en su caso particular. Por lo general, la respuesta es: trabajar. Las cosas no se solucionan automáticamente, requieren de esfuerzo y, muchas veces o casi siempre, también de sacrificio.
Es terrible hablar de trabajo, cuando tantas personas han quedado desempleadas en los últimos meses. Pero es que el trabajo no significa, únicamente, un empleo: es mucho más que eso. Es negarse a estar desocupado y, en medio de lo que cada uno esté haciendo, ir encontrando un camino productivo para sí mismo y para su familia.
Al respecto, nada mejor que las palabras del "gran león de Dios", San Pablo, quien fue definitivamente el apóstol del trabajo. ¿Algunas de sus exhortaciones al respecto? "Os exhortamos a progresar más y a que os esforcéis por llevar una vida quieta, laboriosa, en vuestros negocios, y trabajando con vuestras manos como os lo hemos recomendado" (1 Tesalonicenses 4, 11). "Vosotros sabéis que a mis necesidades y a las de los que me acompañan, han suministrado estas manos" (Hechos 20); "Mientras estuvimos entre vosotros, os advertimos que el que no quiera trabajar, que no coma" (2 Tesalonicenses 3, l0, 34;) "Trabajad como para el Señor, y no para los hombres" (Colosenses 3, 23).
Ya David había dicho: "Saldrá el hombre a su trabajo y a sus labores, hasta la tarde" (Salmo 104, 23). Esto, sin olvidar el mandato del mismo Dios, cuando ordena a Adán: "Comerás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a confundirte con la tierra, de la que fuiste formado; puesto que polvo eres y a ser polvo tornarás" (Génesis 3, 19).
Resumiendo: la vida, debemos afrontarla con la filosofía que tienen los benedictinos: Ora et Labora: orar, como que todo dependiera sólo de Dios, trabajar como que todo dependiera solamente de nosotros mismos.
Ya basta de tanta queja, aunque los motivos sobran. Y, precisamente por eso, tomemos consciencia de que nos son nuestras quejas, sino nuestras acciones, las que cambiarán nuestra situación. Que 2025 sea el año en que nos decidimos, cada uno, a ser independiente mediante el estudio, la lectura, el análisis, el trabajo. Porque mejorarse uno mismo es el inicio para toda mejora. Además, cuando hay fe, firmeza y voluntad, todo es posible.
Deseo un bendecido año 2025 para El Salvador.
Empresaria.