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¡Sí se puede!

¿El secreto de la metamorfosis? El perdón. El convencimiento de que el ser humano puede cambiar, puede dar un giro de 180 grados, es libre. Que el delincuente, el no adaptado social, no lo será toda su vida. Quien delinque es malhechor, de acuerdo. Pero si no se le dan oportunidades de redención no tiene por qué redimirse… encerrarlo, estigmatizarlo, condenarlo no es el camino. Dar oportunidades, trocar granadas por arte, o por trabajo… es la solución.

Por Carlos Mayora Re
Ingeniero @carlosmayorare

Juan Ochoa tiene 30 años. Toda su vida la ha pasado en su barrio natal, la Comuna 13, en Medellín, Colombia. Es experto en conducir turistas por las tortuosas callejuelas y callejones del barrio, contándoles -con la frescura y la espontaneidad de quien invita a alguien a pasar a la sala de estar de su casa- la maravillosa historia de transformación de un distrito conocido como uno de los más peligrosos del mundo, y hoy día destino turístico privilegiado de Medellín.

Cuando me invitaron al famoso “graffiti tour”, la verdad, no estaba muy ilusionado, pues eso del arte urbano no es que me entusiasme tanto… sin embargo, lo que comenzó como un tour de pinturas murales, terminó en una experiencia memorable. Y por más razones que las puramente estéticas.

Medellín está en un valle rodeado de montañas y sus barrios, comunas, se construyeron arracimadas en las laderas de los cerros. Los desplazados por la violencia y los conflictos entre narco guerrilleros, paramilitares y el ejército emigraron a la ciudad y con tablas, cartones, plásticos y láminas, plantaron sus “casas” en la pendiente montañosa.

A principios de los años noventa la comuna 13, en particular, se convirtió en campo de batalla de narco traficantes que peleaban a fuerza de plomo y sangre las participaciones de mercado. Los tiroteos, las persecuciones, los asesinatos y todo lo que se ve en las ficticias series de Netflix, eran el pan de cada día… con una diferencia: los muertos no eran parte del decorado, sino la pura realidad, como lo atestigua la “Escombrera” la fosa común más grande de América Latina cavada en la ladera de la montaña, que grita como omnipresente testigo de la violencia sufrida. 

En el año 2002 hubo dos importantísimos sucesos en la comuna: en mayo, diecisiete horas seguidas de enfrentamientos entre sicarios y el ejército; y en octubre, más de trece mil soldados se tomaron la comuna a fuerza de fuego y sangre, en la llamada operación Orión.

Después comenzó “la transformación”.

Un barrio dominado por el miedo y los sicarios es hoy día un distrito en el que la música, el arte y la gastronomía, dominan el paisaje urbano.

Los residentes de la comuna se hartaron de violencia y pudieron ponerse de acuerdo: prefirieron el arte a las balas, el gozo estético a la simple riqueza mal habida… es lo que cuentan sus murales, y todo lo que se respira en la visita: resiliencia y reivindicación.

Breakdancing, trova antioqueña, hip hop, galerías, paletas de maracumango o mangoviche (¡extraordinarias!), cata de café y chocolate, rap, murales, graffiti, neon art… y, sobre todo, la gratísima sensación de que se está presenciando un “milagro”: la transformación de un barrio insufriblemente peligroso en una comunidad pacífica, que goza la vida y disfruta compartiéndola con gente de todo el mundo.

En 2013, Medellín fue denominada como la ciudad más innovadora del mundo y The Wall Street Journal y Citigroup le otorgaron el título de “City of the Year” en reconocimiento al modelo de transformación social de la comuna 13.

¿El secreto de la metamorfosis? El perdón. El convencimiento de que el ser humano puede cambiar, puede dar un giro de 180 grados, es libre. Que el delincuente, el no adaptado social, no lo será toda su vida. Quien delinque es malhechor, de acuerdo. Pero si no se le dan oportunidades de redención no tiene por qué redimirse… encerrarlo, estigmatizarlo, condenarlo no es el camino. Dar oportunidades, trocar granadas por arte, o por trabajo… es la solución.

Allí está, para el que quiera, la Comuna 13, para desmentir a los que condenan sin juicio, a los que estigmatizan y etiquetan simplemente porque tienen poder…

Juan: mil gracias por las lecciones de vida que nos diste en el tour, mil gracias por creer que la gente, por mala que sea, puede redimirse.

Ingeniero/@carlosmayorare

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