Tristemente, pareciera que la educación, fuera de estas páginas y las de otros medios serios y analíticos, es un tema indiferente, tanto para el gobierno como para la población, estando todos más enfocados en el espectáculo que el mandante estará inventando para que su próxima entronización opaque a la anterior y se difunda al mundo mundial como un evento de adoración y culto a su excelentísima persona.
Proliferan los trabajos de embellecimiento ambiental, lo que estaría muy bien, siempre que las necesidades vitales de la población estuvieran debidamente cubiertas. Ya hicimos permanentes señalamientos sobre esas carencias, así que hoy trataremos sobre uno de los programas estrella del actual gobierno: el Centro Histórico.
Porque ese proyecto, necesario indudablemente, sucumbe por la basura, el desorden, la falta de un plan maestro, diseñado para el largo plazo, en el que se fuera avanzando por etapas y finalizando totalmente cada fase antes de pasar a la siguiente.
Visitar el Centro Histórico virtualmente, es maravilloso: espléndidas escenas tomadas por drones, que son editadas posteriormente para que todo parezca ser como la propaganda lo pinta: seguro, amigable, moderno, listo para ser disfrutado por turistas e inversionistas. Pero hacer una visita real, es muy diferente, no sólo porque ahora más parece una excavación arqueológica, sino porque todos los alrededores continúan invadidos de ventas, ya no en champas sino en carretillas, bicicletas, motos o pick ups. Suciedad. desorden, resentimiento, que originan otros males.
Las ventas no deben estar en las calles, ciertamente. Pero la realidad es que allí estaban: en las aceras, en las calles que volvían intransitables, en las plazas, en cuanto lugar se permitió que, a cambio de votos, se establecieran. Pero venir ahora a echar a esos vendedores, así como Jesús expulsó a los comerciantes del Templo, no es justo. Porque primero debió haberse adecuado los lugares a los que se iba a trasladar a esos vendedores, haciendo simultáneamente dos cosas: un estudio financiero, de modo que los vendedores estuvieran en un lugar mucho mejor, pero monetariamente accesible, sin necesidad de aumentar el precio de sus productos por el pago del local a la municipalidad. Y una campaña educativa integral, para que esos vendedores mantuvieran sus ventas no sólo higiénicas y ordenadas, sino bonitas, atractivas, que diera verdadero gusto visitarlos. Pero también una campaña hacia el público, para que no comprara en la calle y se diera cuenta de lo ventajoso y económico que le resultaría comprar dentro de esos locales.
Porque, hablando de educación, así como el lenguaje y la aritmética es esencial para el estudio, también la limpieza y el orden son indispensables en todo aspecto de la vida.
Los capitalinos debemos tomar conciencia de nuestras responsabilidades para tener una capital de la que nos sintamos orgullosos, mejorando el tráfico y practicando la urbanidad. El cumplimiento del Reglamento de Tránsito debe ser a rajatabla, y la buena educación en el trato con todas las personas deberían distinguir a los habitantes de San Salvador.
Resumiendo: en lugar de esa descomunal propaganda gubernamental de auto alabanza, realizar 5 campañas públicas masivas y permanentes: No vender ni comprar en la calle; Limpieza; Orden; Seguridad vial y Urbanidad. Con esos 5 pilares, como base para una personalidad disciplinada, todo alumno llegará preparado para aprovechar la educación escolar. Y tendremos una bella capital real, no sólo virtual.
Empresaria.