He leído análisis políticos, geopolíticos, opiniones, editoriales y reflexiones; también he visto videos en los que casi en vivo y en directo desde todo el mundo vemos los lanzamientos de misiles y drones teledirigidos desde un lado y cómo los interceptaron en el evento bélico del sábado antepasado, desde el otro lado, y la verdad, es que fue un súper espectáculo. Quizás el único en el que durante la batalla no hubo fallecidos.
Por deformación profesional como ingeniero, reflexioné sobre la inteligencia bélica, las estrategias militares y la tecnología de última generación que se aplicó en la contienda. He dedicado unas cuatro horas a leer textos, en inglés, alemán y español, sobre la utilidad política, para el pueblo de cada país y los riesgos geopolíticos entre los grandes poderes de una escalada galopante de más agresiones, pero también, opiniones más tranquilizantes para todo el mundo, sobre que las cosas no pasarán a más.
Que se quedará como cuando dos seres que por naturaleza son enemigos, como las cobras y las marmotas, se cruzaron una frente a la otra, pero que solo se amenazaron y decidieron de momento no pasar a más.
Pero fíjese, amigo lector, que sobre lo que no hemos leído nada y quizás porque no se le ha dado la importancia que tiene, es “cuánto” fue el costo en dinero, cómo se pagará y cuánto se incrementó la contaminación atmosférica y la polución en la tierra con todos los materiales que se destruyeron.
Tampoco, cuánto dinero se invertirá y de dónde saldrá, para los nuevos contratos con el sector armamentista, para reponer todas las armas destruidas, apertrecharse con las de última generación y estar listo para defenderse o atacar preventivamente.
Imagino que al final, esos inmensos gastos en destrucción e inversiones en reconstrucción, terminamos pagándolos entre todos, pues, sube el precio del petróleo, no bajan los intereses a nivel mundial, la inflación no se detiene, sube el precio de los combustibles, la energía, los precios las materias primas para las empresas y los insumos para la producción, los precios de la canasta básica, los intereses de los préstamos y los créditos y la canasta básica para la subsistencia.
Y como para esos gastos no se dispone de suficiente dinero se acude al endeudamiento. Los países del Primer Mundo tienen que endeudarse por cientos de miles de millones de dólares, y como tienen fuentes de producción, son grandes exportadores, negocian tasas de interés alrededor del cinco por ciento; sin embargo, los países subdesarrollados, con poca influencia en el comercio internacional, y que la mitad de sus ingresos son por remesas deben aceptar intereses del diez por ciento, que pueden crecer si no se cumplen los plazos y las condiciones de los préstamos, y que según los economistas, en parte son para pagar préstamos anteriores y menos para infraestructura o programas para incrementar la productividad.
En este link puede ver la deuda externa por país y que el nuestro está en la posición 105, y también es interesante observar, la cuantía de la deuda de cada país:
phttps://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Deuda_externa_por_pa%C3%ADs
Pero volviendo al evento bélico, imagínese la infraestructura que se podría construir en beneficio de la sociedad y las inversiones en educación y salud.
Si así fuera, serían muchas las ventajas que tendrían los países en desarrollo como el nuestro, que ya pagamos más por los intereses, los combustibles, las energías y que el costo de la vida seguirá subiendo.
En resumen, nos salió caro el espectáculo. Sería mejor reorientarse hacia los consensos nacionales e internacionales en busca de la paz y el progreso, y sobre esa base, proyectar un futuro en paz para las siguientes generaciones. ¿Estaría usted de acuerdo?
Ingeniero/ pedroroque.net
Todo es más fácil y más sencillo con sentido común.