Por El valor de la solidaridad debe ser fomentado desde la niñez como una forma de vida perenne. El Salvador demanda personas que pongan su vida al servicio de la sociedad; una sociedad que cada día está más sumergida en la pobreza y en la falta de oportunidades y que clama por un cambio sustancial, tangible y transformador.
La importancia de educar a nuestra niñez en valores radica en definir un rumbo diferente para el país dejando a un lado todo interés mezquino. Es realmente importante que los niños crezcan en un ambiente donde sea el amor, la solidaridad, el compromiso y el respeto hacia los demás, el cimiento clave para ser una persona que imponga el ejemplo y haga la diferencia, por lo que nuestro sistema educativo debe urgentemente reincorporar mantener y potenciar la asignatura de moral y cívica; es fundamental que esta asignatura obtenga una mayor importancia ubicándola en el rol que debe cumplir: ser una guía para orientar los comportamientos en el diario vivir. La Moral orienta el proceder correcto del individuo. Seguir viendo de menos los valores morales y religiosos, tal como se viene dando en forma progresiva en los últimos años, los salvadoreños seguiremos perdiendo identidad.
Es importante saber que cuando ayudamos tenemos una sensación de disposición, de amor, respeto y empatía que contribuye en gran manera a la armonía de nuestro entorno. Y es que cuando una persona recibe ayuda es capaz de volcar los beneficios recibidos y convertirse en un verdadero actor que puede cambiar la sociedad, respetando la vida de los demás y buscando proteger a las personas más vulnerables.
La tarea debe ser ayudar a nuestros semejantes y buscar el bien común por encima de los intereses individuales, ayudar está estrechamente ligado a valores como la devoción, la tolerancia la empatía y el sacrificio; porque está claro que el ponernos al servicio de los más necesitados desempeñamos un papel altamente importante en el desarrollo de la sociedad salvadoreña.
Busquemos, que uno de nuestros principales objetivos de vida sea ayudar y servir a los demás aun con lo poco que podamos tener, aun en nuestras carencias. Todos podemos ser solidarios buscando el bien común y dejando a un lado el egoísmo y el individualismo. Recordemos que la solidaridad trasciende fronteras sin distinguir credo, sexo, raza, nacionalidad u orientación política. No olvidemos que todos somos seres humanos iguales en dignidad y en derechos. Y es por esto que debemos trabajar por mejorar las estructuras del país; como dijo Mahatma Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.
En estos tiempos de crisis, busquemos fomentar la solidaridad a nuestra forma de vivir. Recuperar este valor nos puede ayudar a salir de la violencia y de la pobreza tan insostenible en la que estamos sumergidos. Y es que cuando compartimos, no solo ampliamos nuestra capacidad para ser felices y hacer felices a los demás sino que también nos transformamos en mejores personas; y vamos creando una cadena de ayuda por medio del ejemplo. Está comprobado que no existe mayor satisfacción que la de poder servir a quienes más lo necesitan. Seamos líderes que busquen la integración y el fortalecimiento de la familia, en valores, para que nuestras futuras generaciones perpetúen el bienestar social colectivo.
¡Que se vuelva una rutina ayudar y servir a los demás!
Directora de Fundación Sonrisas y Amor para Todos/Página web: www.sonrisasyamor.org/Correo: sonrisasyamorparatodos@gmail.com