¿Por qué dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos? Quizás, porque son más las cosas que hacemos en contra, que aplicándolo racionalmente.
Si midiéramos aquí la aplicación del sentido común en una escala de cero a cien, considerando que el sentido común es hacer las cosas de forma razonable, lógica, respetuosa, de acuerdo a las leyes, con precaución de no causar daño a otros ni al medio ambiente… ¿En cuánto valoraría la aplicación del sentido común en nuestro país?
A los cinco amigos que pregunté, advirtiéndoles cómo entender el sentido común, ninguno pasó de 30%? Y al preguntarles por qué, pusieron varios ejemplos: el primero, los más de cuatro mil accidentes de tránsito que, según el VMT, hubo en el 2022. El segundo dijo: Se invierte más en cárceles que en escuelas y hospitales, pero aclaró, que quizás después del estado de excepción, reorienten la inversión en prevención de la delincuencia. El tercero habló del caos del tráfico a cualquier hora. El cuarto se desahogó diez minutos sobre el descuido del medio ambiente, el manejo de la basura y el quinto, que según las noticias se capta más agua que el año pasado, pero el 60% se pierde por las tuberías inadecuadas.
Si conocieran otros países de Europa, China, Japón, Corea o cualquiera de los países que a partir de 1991 se liberaron de la URSS y que han progresado mucho más que El Salvador, su valoración sería que ahí aplican el 98% del sentido a lo que planifican y por eso se han superado.
Personalmente aplico mi sentido común en casi todas mis actividades, porque aprendí que no hacerlo implica riesgos innecesarios y es mejor la calma que la agresividad, pedir permiso que pasar irrespetuosamente, respetar las indicaciones que saltárselas, llegar puntual que llegar tarde, dejar pasar que dificultar el paso y otras conductas de sentido común.
La cultura de aplicación del sentido común es la cultura de la prevención y requiere planificar antes de actuar, pero muchos creen que es mejor empezar de una vez porque así lo aprendieron. Asumen los errores que se podrían evitar planificando, no les importa el desperdicio y se sienten importantes resolviendo con prisas y con estrés.
Cuando leo un anuncio solicitando personas “acostumbrados a trabajar bajo presión”, me imagino a sus jefes trabajando desorganizadamente y a los empleados estresados resolviendo hoy los problemas reincidentes que se podrían evitar corrigiendo las causas en lugar de los efectos.
Una de las grandes diferencias entre la forma de trabajar en los países desarrollados es la aplicación del sentido común y la prevención. Y además son ricos porque no desperdician. En términos de costos de no calidad, los que sirven para reparar y hacer las cosas otra vez, porque no se hicieron bien. Puede ser que en nuestro entorno ronden entre ocho y el diez por ciento de los costos de producción, mientras que en Japón, Corea o Alemania, no pasan del dos por ciento y todo es cuestión de la aplicación consciente del sentido común.
“Despierta tu sentido común” es el tema del nuevo programa de formación que iniciaremos con mi equipo en breve, pues creemos que retomando la aplicación del sentido común a lo que hacemos seremos más eficaces, eficientes, productivos, humanizaremos el tráfico, seremos puntuales aplicando los sistemas y buenos hábitos de la auto gestión (Self Management) y gestión del tiempo (Time Management) para quienes prefieren los términos en inglés.
Puede El Salvador ser un mejor país si aplicamos más el sentido común. Definitivamente. Todo lo bueno que hacemos es de sentido común, lo malo va en contra y como un bumerang regresa y puede hacer daño. Pues eso, en el 2023 despertemos el sentido común y que aplicándolo nos vaya a todos mejor.
Ingeniero/p.roque@gccinternacional.net