“…aprovechamos para felicitar a los ciudadanos salvadoreños y a las instituciones estatales que hicieron posible que el sufragio se emitiera en un contexto de seguridad ciudadana, libertad, en un ambiente democrático y que se constituyó en una fiesta cívica nacional”. Así se expresa el editorial de la revista Con-Secuencia #7 2024, publicada en la Universidad de El Salvador, al referirse a las pasadas elecciones presidenciales. Inmediatamente después felicita al presidente y vicepresidente por su triunfo, señalándolos como “los más votados de América Latina. Bukele y Ulloa son los dignatarios que mayor representatividad y respaldo tienen de su ciudadanía de todo el continente americano”.
El texto en cuestión no se diferencia de otros que, bajo diferentes formatos, pululan en los medios afines al gobierno. En su efusiva felicitación, el autor obvia detalles importantes: el primero de ellos es que la reelección de Bukele viola la Constitución; que fue avalada por una Sala de lo Constitucional impuesta por la Asamblea dominada por el partido de gobierno; que las elecciones se dieron bajo un régimen de excepción; que los partidos de oposición participaron bajo condiciones que no garantizaban un mínimo de competitividad, etc.
No tendría sentido considerar cuestiones como las señaladas en el caso de un artículo de opinión, en donde se expresan ideas y juicios, sin más límite que la decencia y el buen sentido y sin que sea necesario dar evidencias que demuestren lo afirmado. El problema es que el texto en discusión es el editorial de una revista que se dice académica y que afirma haberse posicionado “en el ámbito académico nacional e internacional” y ser “fuente de referencias bibliográficas en la elaboración de artículos científicos”, y que dice contar con 9,435 suscriptores. Revisando el sitio web que la alberga es imposible verificar si el último dato es cierto, pero una revisión de las descargas de sus artículos arroja cifras mucho más modestas.
Una revisión más cuidadosa del contenido de la revista muestra que es un medio absolutamente identificado con el régimen de Bukele y que sus análisis tienen un sesgo evidente: su preocupación principal es alabar al mandatario, destacar su liderazgo y afirmar, sin evidencias sólidas, que El Salvador vive una nueva etapa de su historia. La revista, fundada en 2022, lleva a la fecha 7 números publicados. El último contiene un artículo titulado “El modelo Bukele es un paradigma”. Títulos como el anterior abundan en la revista, por ejemplo, “Nayib Bukele ¿competirá para la reelección o un segundo periodo? y “Modelo Bukele, bukelismo y movimiento social Nuevas Ideas”.
Bien puede asumirse que una publicación de este tipo es prueba del pluralismo ideológico de la Universidad y que la existencia publicaciones de diferente signo ideológico es saludable para una universidad pública. El problema es que si uno revisa otras revistas publicadas por la Universidad de El Salvador se da cuenta de que dedican muy poco espacio a temas políticos. Y definitivamente no tienen una agenda a favor o en contra del gobierno. Por el contrario, la agenda de la revista en cuestión es clara. Bukele y su gestión son un tema recurrente que se cuela incluso en artículos que supuestamente tratan cuestiones académicas. Por ejemplo, en el # 5 2023, hay uno que trata sobre la universidad pública, con el subtítulo “Reinventar la universidad en tiempos de reinvención del país”, que habla sobre el “papel que debe jugar la universidad pública en la transformación social del país en el siglo XX… con el propósito de que se convierta en un referente de autoridad científica tecnológica y humanista de las transformaciones que ejecuta el gobierno del presidente Nayib Bukele”. En otras palabras, reinventar la Universidad en función de la agenda del actual gobierno.
El autor divaga por una serie de planteamientos vagos y abstractos que define como cinco “paradojas” de la universidad, siendo la primera “el poder cultural de afectación y reinvención de la universidad pública - en tanto definición de la hegemonía desde la educación - se comprende como el carácter de la institución que es asumida como la única capaz - o la más idónea - de idear, monitorear y realizar transformaciones sociales significativas, debido a que, en ella, se construye y deconstruye el pensamiento científico”. No fui capaz de parafrasear tan exquisita elaboración y tuve que transcribir. El autor señala que la paradoja consiste que todo el trabajo universitario solo “sirvió para la formación y consolidación de las élites burguesas y oligárquicas”. Es decir, el pecado de la Universidad es haber contribuido a la consolidación de una sociedad de clases.
La paradoja de la autonomía “se expresa en la perversión de la democracia universitaria… que pretendía darle poder de decisión a los estudiantes y maestros” y que terminó institucionalizando “procesos electorales viciados por el centralismo impuesto en su Ley Orgánica”. El resultado fue convertir a la universidad en “un Estado pequeño dentro del Estado grande”. En este punto estamos de acuerdo; la UES padece una “dictadura de los órganos colegiados”, que ha desnaturalizado los procesos democráticos internos.
El problema es que el autor no resiste la tentación de hacer comparaciones, y afirma que esa paradoja convirtió a la UES “en una copia erudita de la impunidad y corrupción del sistema político nacional que estaba signado por el fraude y el clientelismo del bipartidismo (1989-2019)”. Interesante que ese sistema político al que critica tenga fecha de caducidad; significa entonces que posterior a 2019, tenemos un nuevo sistema político sin las máculas del anterior. El problema es que el nuevo sistema político es un populismo autoritario de derecha que se aleja cada vez de los postulados democráticos, del estado de derecho y del respeto a los derechos humanos, de lo cual hay abundante evidencia. La reinvención de la Universidad que el autor demanda es necesaria para acompañar las “transformaciones que ejecuta el gobierno del presidente Nayib Bukele”.
Más adelante se habla de la dependencia financiera del Estado, “la que, si es manejada con una agenda política y una intencionalidad privatizadora, puede llevar al control político del pensamiento crítico”. El planteamiento es interesante, dadas las condiciones de precariedad financiera que ha vivido la UES en los últimos años, pero ello es ignorado por el autor. Sin embargo, sugiere que para salir de tal condición es necesario que “la universidad pública se reinvente para ser una protagonista de la reinvención del país que se ha estado dando en los últimos cuatro años”. Solo bajo esas condiciones la universidad pública recuperará “su hegemonía en lo sociocultural y su legitimidad científica en lo académico como conciencia crítica de la nación”.
Para resolver las dos paradojas aquí consideradas el autor propone, en el primer caso (paradoja del poder cultural de afectación y reinvención): “redactar un plan de reinvención de la universidad pública que sea coherente con la reinvención del país”. Y sobre el problema de la autonomía, plantea: “Redactar una nueva Ley Orgánica que excluya al sector profesional en la toma de decisiones, depure los mecanismos electorales y determine nuevos principios de la educación superior”. Casualmente, el gobierno tiene sobre la mesa dos leyes: la de educación superior y la nueva ley orgánica de la UES. Y casualmente, los planteamientos del autor, van en la misma línea.
Mientras que el resto de revistas publicadas en la UES abordan una amplia variedad de temas y eluden la discusión política, esta revista trabaja sistemáticamente en ella, pero encubriéndola con una pretensión academicista que amerita una discusión aparte. Queda claro que dentro de la UES hay gente que trabaja abiertamente en pro del gobierno, que están en todo su derecho, el problema es que usan recursos de la institución para impulsar una agenda política que hasta hoy en poco ha beneficiado a la institución.
Historiador, Universidad de El Salvador