El artículo anterior sobre la Universidad provocó algunas reacciones entre colegas y estudiantes. Alguien me decía que, si bien es cierto que la institución tiene problemas, también tiene grandes virtudes y fortalezas, de las cuales he hecho caso omiso. Otro incluso sugería que parezco tener “poco compromiso” con la Universidad, en tanto que poner en evidencia tales problemas no contribuye a la buena imagen universitaria.
Comenzaré con lo último. La principal razón por la que escribo sobre la Universidad es por la preocupación por ese prolongado sopor académico que percibo. Me preocupa especialmente que no encuentro en la comunidad universitaria una discusión o una reflexión pública sobre los problemas que enfrentamos. Mi trabajo como historiador me ha enseñado que la única manera de resolver una problemática es discutiendo sobre ella. Y esto supone considerar planteamientos diversos e incluso contrapuestos. Esas prácticas han desaparecido hoy día. Si los docentes y estudiantes no debaten, si no hacen públicas sus inquietudes y demandas, las autoridades no tienen presión y asumen que están haciendo bien su trabajo.
El año pasado hubo elección de autoridades y predominaron las planillas únicas. Prácticamente no hubo competencia. Tal situación tiene al menos tres explicaciones: las fórmulas propuestas eran lo mejor de lo mejor, no había otras opciones, o simplemente primó la apatía. Tiendo a pensar que fue lo último. Esto requiere una explicación adicional. La Universidad pasó tres años trabajando a distancia debido a la pandemia. Luego el campus central, que es el más grande y dinámico, siguió cerrado en 2003 por la intervención para los juegos deportivos. Durante todo ese tiempo, ha habido una mínima interacción en la comunidad universitaria, y esto afecta la cohesión y el sentido de identidad.
Respecto a mi compromiso con la institución diré que yo no trabajo en la Universidad; yo trabajo para la Universidad. Y ese trabajo, tiene dos componentes: docencia e investigación. Hago todo mi esfuerzo por dar una buena formación a mis estudiantes, pero no cuento con mecanismos idóneos de evaluación de mi trabajo docente por parte de la Universidad. De la investigación dan cuenta mis publicaciones; lastimosamente varias realizadas afuera, porque publicar en la UES es una tarea harto engorrosa. Aun así, lo he hecho. Me siento afortunado de hacer las dos actividades. Y eso debo agradecérselo a la Universidad. Reflexionar sobre ella, al margen de intereses políticos, es parte de ese compromiso.
Sobre los méritos de la Universidad hay evidencia de sobra y he decir que me siento orgulloso de ser parte de ella. Es la universidad más antigua del país y es la única pública. Esto último hace que sea la opción más viable para estudiantes de menos posibilidades económicas; por generaciones, la Universidad ha sido factor importante de movilidad social para sus graduados. No me gusta el protocolo de los actos de graduación, pero cuando los hay, disfruto mucho de ver a los graduados. Todos engalanados con sus mejores galas; algunos poniéndose su primer traje. Pero lo que más me impacta es ver el orgullo y satisfacción de sus padres. Se nota que muchos son campesinos, obreros, señoras de los mercados; por su esfuerzo y sacrificio y el aporte de la Universidad, sus hijos tendrán mejores posibilidades de vida.
Históricamente, la UES ha sido parte de importantes procesos que han marcado la historia nacional, por ejemplo, las luchas contra el dictador Maximiliano Hernández Martínez, la modernización política y económica del periodo 1948-1970, o las luchas populares de la década de 1970. En las décadas de 1960 y 1970 fue referente regional en el campo de la medicina. Más recientemente ha producido importantes proyectos de investigación en el área de ciencias naturales, y albergado el programa de Jóvenes Talentos que ha cosechado muchos éxitos a nivel internacional. Las regulaciones sobre la comercialización de medicamentos que tanto beneficiaron la economía de los salvadoreños, nacieron de una investigación realizada por el Dr. Eduardo Espinoza y financiada por el entonces Consejo de Investigaciones Científicas. Hay muchas cosas positivas en la Universidad, lastimosamente se divulgan poco. Falta una política de comunicaciones más ágil y de mayor impacto. Se tienen los medios, pero no se explotan debidamente.
Hay un buen número de docentes y estudiantes con un alto potencial de desarrollo académico. Gente comprometida con su trabajo, y que podría rendir mucho más si se les dieran mejores condiciones. Sin embargo, en la Universidad se ha impuesto un igualitarismo que desmotiva. Por ejemplo, desde hace años, los estudiantes que obtienen un cociente de unidades de mérito (CUM) honorífico igual o mayor de ocho están exonerados de hacer trabajo de grado. En principio esta medida es un reconocimiento al buen rendimiento del estudiante. Sin embargo, al no hacer tesis, los mejores estudiantes de la UES pierden la oportunidad de tener una valiosa experiencia de investigación; y la Universidad limita el potencial de su producción académica. Esos estudiantes debieran tener un programa especial que les subsidiara su tesis.
En el caso de los docentes, el escalafón supone reconocimiento de su trabajo en investigación, en la práctica, no supone ningún beneficio. Lo mismo sucede con el trabajo docente. El sistema de evaluación es obsoleto y poco estimulante. Se limita a la evaluación que hacen los estudiantes en cada curso, a una autoevaluación del docente y la evaluación del jefe inmediato. Que yo sepa, no sirve para estimular el buen desempeño, ni para buscar mejoras en las deficiencias, que las hay. No incentivar cuando es merecido; no sancionar cuando amerita; no señalar los problemas, son vías directas a la mediocridad, al acomodamiento. De ahí, al estancamiento hay solo un paso.
PD: la villa universitaria está siendo utilizada por el TSE, que adujo la existencia de una carta de entendimiento con la UES. Si esto es así, las autoridades universitarias deben explicar qué es lo que negociaron con el GOES, sino desmentirlo públicamente.
Historiador, Universidad de El Salvador