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Facultad de Ciencias y Humanidades, UES ¿Hasta cuándo?

La entrega de los edificios no significa la solución de todo. Hay edificios en que el MOP sacó el mobiliario, pero no reacondicionó los locales; con el recurso humano de la UES ese proceso podría demorar mucho. En el edificio administrativo de la Facultad de Ciencias y Humanidades, se dañó el sistema de aguas negras del sótano, razón por la cual hubo que trasladar las oficinas que ahí funcionaban, casualmente a un edificio de aulas. A la fecha no se sabe si el MOP asumirá la reparación.

Por Carlos Gregorio López Bernal
Historiador

A mediados de enero, el rector de la Universidad de El Salvador informó que el MOP entregaría los edificios que fueron usados por el INDES para los pasados Juegos Deportivos Centroamericanos. Ya antes se habían hecho esas afirmaciones y el MOP no cumplió con lo acordado. Esperemos que esta vez sea cierto, pues el Campus Central debe funcionar de manera presencial plena. Ya vamos para más de cuatro años en un “exilio”, casualmente el mismo tiempo que duró la intervención militar de 1980-1984. Tan prolongada situación irregular tuvo dos causales; primero la pandemia de COVID, y luego, el convenio UES-INDES para que el campus sirviera de sede a los susodichos juegos; a cambio, se remodelaría el campus central y se construirían nuevos edificios.

Sin embargo, la entrega de los edificios no significa la solución de todo. Hay edificios en que el MOP sacó el mobiliario, pero no reacondicionó los locales; con el recurso humano de la UES ese proceso podría demorar mucho. En el edificio administrativo de la Facultad de Ciencias y Humanidades, se dañó el sistema de aguas negras del sótano, razón por la cual hubo que trasladar las oficinas que ahí funcionaban, casualmente a un edificio de aulas. A la fecha no se sabe si el MOP asumirá la reparación.

La Facultad de Ciencias y Humanidades arrastra un déficit de infraestructura de larga data. Cierto que se repararon algunos edificios, pero en el prolongado cierre de actividades se arruinaron las “Cabañas H”, unas aulas de lo más feas e incómodas, pero que algo resolvían la escasez de locales. Además, en algunos edificios las aulas se están usando como oficinas. Por otra parte, cuando se desocuparon edificios para los juegos, se embodegó pupitres, mesas, pizarras, etc., en lugares no adecuados. Mucho de ese material se dañó.

Lastimosamente, la administración anterior de la Facultad gastó mucho de su tiempo en estériles enfrentamientos entre bandos; unos apoyaban al Decano, otros a la Vicedecana. Ojalá alguno hubiera apoyado a la Facultad y trabajado por ella. Cuatro años sin clases presenciales, bien pudieron usarse para algo más productivo. Hasta hoy, la actual administración no ha mostrado si está en capacidad de tomar el control de la situación. Se han limitado a lamentarse de lo mal que encontraron la Facultad, vaya novedad.

El rector afirmó que el ciclo 01-24 inicia el 16 de febrero; a dos semanas del comienzo, en Humanidades no se tiene ninguna información oficial. Y se rumora que se pretende seguir trabajando a distancia, porque no se tienen aulas suficientes. Tal cosa sería una irresponsabilidad mayúscula. Los estudiantes que ingresaron en 2020, estarían por egresar en 2024. Resulta que muchos de esos jóvenes prácticamente no conocen la Universidad. Han cursado cuatro años en línea. Eso es grave; a la fecha no ha habido un estudio sobre los resultados de esa formación. Lo único que se hizo fue pedir dos informes por ciclo en que cada docente consignaba cómo había trabajado. No hubo supervisión, ni retroalimentación. El mismo modelo de informe se pasó por cuatro años, sin que nadie supiera para qué se usaba. Al final, cada docente resolvió como bien pudo.

Lastimosamente, los estudiantes, que son los principales afectados, no reclaman por sus derechos. No hay un movimiento genuinamente estudiantil; hay organizaciones estudiantiles, y algunas lo que menos representan son los intereses de los estudiantes; lo demuestran las acciones de sus representantes en los órganos de gobierno de la Facultad. Algunos docentes, han manifestado su preocupación y descontento, pero la mayoría no se pronuncia. Preocupante que un sector que se supone pensante y crítico, simplemente esté a la espera de lo que pueda suceder. En pocos casos, y por iniciativas individuales, algunos docentes trabajaron presencialmente. Si al principio hubo resistencia a trabajar a distancia, pareciera que hoy, no hay urgencia por volver a las aulas. 

El año pasado se dijo que era posible que se diera a la Facultad alguno de los edificios nuevos, pero no hubo nada definitivo, dado que al parecer el INDES se reserva el derecho de usarlos para sus actividades. No se sabe con base en qué se estaría atribuyendo esa facultad, claramente lesiva a la Universidad. Sin embargo, algunas oficinas administrativas ligadas a rectoría ya se están mudando, lo que significa que sí hay espacios disponibles. Humanidades debiera tener algunos de ellos, pero debe hacerse una gestión ágil y decidida. El tiempo apremia.

La pandemia ya pasó; hoy podemos ver cuánto de lo que se hizo en 2020 tuvo sentido y cuánto fue producto del miedo, el desconocimiento o la improvisación. La remodelación en el marco de los juegos deportivos quedó en el pasado. Algunos dirán que las anteriores autoridades se equivocaron, o que fueron engañadas por el gobierno.  Me gustaría pensar que actuaron de buena fe, dado que existía un antecedente exitoso con la remodelación 2002, durante el rectorado de María Isabel Rodríguez. 

En el caso de Humanidades se perdieron cuatro años en conflictos sin sentido. Lo único indiscutible es la urgencia de resolver los problemas ya. Volver a las aulas deber ser una reivindicación de los estudiantes, un deber de los docentes y una responsabilidad inexcusable de las autoridades.

Historiador, Universidad de El Salvador

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Opinión Universidad De El Salvador (UES)

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