Estamos ante una pandemia silente, poca importancia se le brinda a aquellas personas que su patrón de sueño es irregular, personas que apenas duermen algunas horas como máximo, mientras se aburren “de contar ovejas”.
En realidad, son personas comunes y corrientes para quienes no dormir ni seis horas es ya una costumbre, están despiertas largas horas de la noche y como sociedad o quizá como personal de salud creemos que medicar a un paciente con potentes hipnóticos es la solución.
El consumo excesivo de estos medicamentos y la mezcla de los mismos con el licor llevan a otras adicciones y mientras, el cerebro sigue siendo devorado por la falta de sueño; jamás una copa de vino, una cerveza pueden inducir a un sueño reparador, y tenemos una sociedad que no duerme y que es totalmente adicta a esos poderosos hipnóticos.
Tan común es ver a adultos como niños conectados a altísimas horas de la noche a las redes sociales; nadie se salva, ni grandes ni chicos y es aquí donde debemos preguntarnos ¿cómo será la salud mental de estos noctámbulos?
No puede haber una salud mental medianamente sana si más de la mitad del día lo dedican a ver el táctil, una adicción de las más fuertes que se puedan imaginar, similar a la euforia que se siente al consumir cocaína.
Entonces estamos ante dos adicciones complicadas, como es a poderosas medicinas o ante la adicción del táctil. Poco se ha abordado un tema que está destruyendo la salud mental de la población mundial, y quizá estas líneas sirvan de una llamada de atención a una sociedad que de tajo le suspenden las bebidas alcohólicas y en esa depravación el alcohol es sustituido por lo que sea con tal de escapar de la realidad que cada quien vive.
¿Qué podemos sugerir? La solución no fácil. Lamentablemente este problema del insomnio es apenas la punta del témpano, una sociedad totalmente sin dormir.
“La continua falta de sueño induce al cerebro a devorar de forma indiscriminada neuronas y conexiones sinápticas que podrían impedir al desarrollo de enfermedades degenerativas, han concluido investigadores italianos en un estudio publicado por el diario científico TheJournal of Neuroscience. El equipo de neurocientíficos, liderado por la doctora Michele Bellesi de la Universidad Politécnica Marche de Italia, ha analizado la respuesta del cerebro de ratones a los que se les restringió el sueño. Los resultados mostraron que la falta de sueño acentúa la rápida pérdida de funciones neurológicas.
Como ocurre con todas las células del cuerpo, las neuronas del cerebro se renuevan constantemente mediante dos tipos distintos de células gliliales, conocidas por ser el pegamento de nuestro sistema nervioso. Las unidades microgliliales eliminan a las viejas y desgastadas, y los astrocitos reducen las conexionessinápticas innecesarias del cerebro para renovar y reestructurar la función neuronal, en un proceso conocido como fagocitosis, procedente del griego ‘devorar’”.
El insomnio no tiene una cura fácil.
Será una de las enfermedades que hará trizas la salud mental y lamentablemente la población más afectada serán nuestros hijos, sí, esos niños y adolescentes que preferimos que vivan inmersos en el táctil que dedicarles apenas unos segundos. Un nuevo ”motivo de consulta” de consultar será “No puedo dormir” y básicamente tendremos a una sociedad que cual zombi camina hacia adelante.
No hay por el momento planes para afrontar una enfermedad devastadora que dará un tiro de gracia a una población por lo demás enferma: Lo vemos como algo lejano pero el insomnio avanza a pasos de gigantes; tenemos niños y adultos prendidos a altísimas horas de la noche de sus táctiles. Me pregunto ¿cómo será el estado de salud mental de estas personas si a esto le sumamos que deben estar alerta para tomar rumbo al colegio o al trabajo a las cuatro de la mañana en uno de los tráficos más voraces y violentos que he conocido?
No es fácil la respuesta; sin embargo, si la cuaresma nos sirve de algo, preguntarnos ¿cuál es la penitencia que hago? ¿Qué manera busco para intentar estar más cerca del Señor?
Tenemos que soltar cargas y tratar de descansar el espíritu. Oxigenar nuestra mente, tratar de dormirnos temprano y confiar en Dios y nosotros mismos, en nuestra capacidad para resolver aquello que nos preocupa y nos quita el sueño. Nada hay imposible para Dios. Hay que transmitir la misma seguridad para nuestros hijos.
Parece que la Semana Santa no tiene nada que ver con el insomnio; sin embargo, podemos ofrecer apenas dejar unas horas el uso de las redes sociales, por poco que sea y ocupar ese tiempo en orar, en leer la Biblia que sin lugar a dudas nos dejará mejores cosas que pasar horas imbuidos en el táctil.
Es siquiera dejar por un momento o por unas horas el táctil, creo que es una forma de volver a nacer.
Médico.