Pensando en la próxima Nochebuena, de pronto recordé la calle de mi casa en la que de joven compartí muchas Navidades y recuerdo la buena costumbre entre los vecinos, de a partir de las siete de la noche del veinticuatro de diciembre, desearnos cordialmente ¡Feliz Navidad"!
Y hoy quiero dedicar un momento retrospectivo a esa buena costumbre y a la Navidad, entonces más focalizada en el acercamiento y cariño entre las familias vecinas, y menos, en su aspecto comercial…
Y viene bien este momento como un paréntesis, al barullo sobre la minería y la situación complicada finalizando el 2024 en relación con la polución ambiental, los ríos secos y contaminados con plásticos, las playas con basura, el tráfico caótico, la economía estancada, los altos precios de la comida, la inflación, las guerras lejanas con amenazas nucleares y las caravanas de emigrantes y continuas intimidaciones exasperantes del nuevo gobierno de EEUU.
Pues como en mi calle todas las familias éramos cristianas y entonces la Navidad la celebrábamos más apegada al Nacimiento del Niño Dios, el deseo de "Feliz Navidad", lo hacíamos con respeto, cordialidad y el acercamiento que había desde hacía muchos años entre los vecinos, que de verdad se apreciaban y siempre se apoyaban, tanto en los asuntos familiares alegres como en los tristes.
Pero el veinticuatro de diciembre, todo era alegría, bullicio, salir a la calle, ir a pasear al parque, saludar a los amigos, volver a la cena, asistir a la misa de medianoche y los cohetes pequeños, medianos y grandes, que no paraban desde las siete hasta pasadas las doce de la noche.
Pensando que entre los lectores de estas páginas editoriales hay muchos adultos de más de cuarenta y cinco años, a ellos especialmente dedico este artículo, para recordar cómo celebraban la Navidad entre las familias que vivían y aún viven en su calle.
Pues en mi calle, el veinticuatro por la noche íbamos a desear Feliz Navidad a las "Niñas" y los "Don" de la vecindad y bien recuerdo, a la Niña Toñita Samayóa, la Niña Chela Ceballos, la Niña Fina Miranda, la Niña Araceli de Chávez, la Niña Tanchito Chávez, la Niña Margot de Villalobos, la Niña Leonor de Villa alta, la Niña Chabelita de Ángel y la Niña Lidia Mayorga… Todas nos recibían con cariño y devolvían el saludo, ¡Feliz Navidad!, tocándonos los ante brazos, pues entonces no se acostumbraban los abrazos.
Y con el mismo respeto, deseábamos Feliz Navidad, a Don Próspero Monteagudo, a Don Eduardo Villalobos, a Don Julio Villa alta, al Dr. Ángel y a Don Paco Chávez y los jóvenes de la vecindad venían al zaguán de nuestra casa a desear Feliz Navidad a la Niña Chela y a Don Humberto Roque.
Y como nuestra mente funciona por asociación, lo que pretendía enumerando a mis vecinos, es que usted recordara a los de su calle.
Las costumbres cambiaron y sin darnos cuenta, pasamos de lo sencillo a lo sofisticado. De cocinar en casa a pedir comida. De la visita a los vecinos a poner muchas luces en la casa. De pasar la Navidad en el pueblo con la familia al turismo nacional o internacional. De la visita de los que vuelven en Navidad, a la video llamada a cientos o miles de kilómetros y del obsequio sencillo y económico, al electrónico, sofisticado y caro.
Pero regresando a las señoras y señores que cordialmente llamábamos, "Niña" y "Don", con todos mis respetos y buenos recuerdos, les envío un saludo cordial al más allá, pues hace un buen tiempo, que cada uno en su momento, emprendió su viaje a la eternidad.
Y en estas fiestas, si tiene buenos vecinos, deséeles "Feliz Navidad" y guarde es su memoria esos dignos momentos.
Ingeniero
Todo es más fácil y más sencillo con sentido común