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Una sociedad vulnerable en todo sentido

Julia nos dijo que el desarrollo local es imperativo para el desarrollo del país; claro quedó que nunca existió un plan para dar respuesta ante un huracán que se convirtió en tormenta, Dios no quiera y sea un terremoto posterior, pues estos no dan tiempo de ninguna preparación ni de un plan contingencial.

Por Ricardo Lara
Médico

Aún estamos bajo las últimas lluvias; sin embargo, parece que la tragedia que se ha vivido es culpa y un eterno karma del pueblo salvadoreño. A nadie pareció preocupar lo que se avecinaba y después de lo ocurrido; cada quién debe curar sus propias heridas, demostrando así que somos vulnerables en nuestros valores, creencias, decisiones, posesiones y futuro; se le apuesta, no a la prevención sino al espectáculo bajero, de mal gusto como es aparecer ante una audiencia que no despierta, que cree que ese mundo inventado de amor y paz junto con tormentas fatales es parte del nuevo rumbo del país.


Las municipalidades no disponen de un cinco. Podemos ver una clínica de determinada alcaldía cerrada por falta de pago a sus empleados, no se ejecutan obras de mitigación, no se trabaja en el futuro sino que gana la batalla el estribillo ya cansino como es culpar a “Los mismos de siempre".


¿Será que en más de tres años de gobierno no se conocía con antelación la vulnerabilidad del país?


Mientras escribo, cientos de personas han perdido algún bien o algún familiar, y para entender tal catástrofe debemos conocer lo que es la pobreza de nuestra gente, la pérdida de una gallina, de una chancleta, de un televisor, de un carro que fue arrastrado por las fuertes correntadas o la pérdida de una cosecha deja a un país más pobre, más debilitado, sin esperanzas.


Sin embargo, las máximas autoridades nos siguen vendiendo pan y circo. Mientras el país cae a pedazos, el ministro de Defensa corre una histórica maratón cuando su lugar es aquí; poco le importa al señor que perdió su ganado si el ministro ganó o perdió sino que lo que necesita es ayuda, esa ayuda pura, sin hacer alarde de la publicidad, de la foto, de querer vender al mundo que Julia no nos golpeó, que seguimos siendo el país más “cool del mundo mundial”. Duele ver a lo que hemos llegado, no hay planes para nada, todo es la improvisación, la propaganda y definitivamente no se vislumbran obras de mitigación.


Es por nuestra vulnerabilidad que se debe aprender de episodios pasados. Dar asueto posterior a la tragedia no sirve de nada sino que impere el sentido común y no mandar al trabajador a ser expuesto al drama, a perder su vida y no querer aparentar que la persona humana importa cuando todos sabemos que el común salvadoreño no importa, no está en la agenda de prioridades y debo revisar el pasado para remachar que un ciudadano cualquiera nunca fue la prioridad.


Se han destruido mantos acuíferos y vivimos rodeados de un desorden urbanístico mientras es ese pobre quien lleva la peor parte. Decir que Dios fue benévolo con nosotros quizá sea usar el nombre de Dios en vano porque esta desgracia que vuelve a sacudir a nuestra patria ha sido demasiado dura, y nuevamente el afectado no es más que el hombre pobre que desde su nacimiento lleva todas las de perder. Sin embargo, vivimos sorteando desgracia tras desgracia y parece más un castigo divino que la fuerza de un caprichoso clima pero decir o creer que mi oración no tiene el mismo poder que la de mi vecino es estar totalmente perdido.


Mientras, a nadie le preocupa la pobreza, los más de cincuenta mil detenidos, el mejorar la educación, apostarle a la verdad; estamos hartos de divisiones, de pérdidas, de revanchismo y sin temor a equivocarme Julia fue la tormenta que demostró que una Dirección de Obras Municipales (DOM) no es funcional. Invito a que investiguen la experiencia Alemana del año 2015, cuando la ex canciller Merkel decidió que el camino de desarrollo que le faltaba a Alemania era fortalecer el desarrollo local.


Julia nos dijo que el desarrollo local es imperativo para el desarrollo del país; claro quedó que nunca existió un plan para dar respuesta ante un huracán que se convirtió en tormenta, Dios no quiera y sea un terremoto posterior, pues estos no dan tiempo de ninguna preparación ni de un plan contingencial. Y al Ministro de Defensa, en un plan se debe estar antes, durante y después de sucedido el evento climático, su errada decisión de correr la maratón de Chicago es un golpe a la moral de su tropa y del pueblo que cree en usted. En Alemania sin duda ya hubiese puesto la renuncia un ministro.

Médico.

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