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Turquía-Siria: dolor, desesperación e ira popular

El gobernante turco siente el peligro: reconoce que “los cuerpos de socorro no van tan rápidamente como se esperaba”. La oposición denuncia una mala gestión de las consecuencias de una catástrofe previsible por estar Turquía en un país en el cruce de varias fallas sísmicas.

Por Pascal Drouhaud
Politólogo, presidente LATFRAN

Lunes 6 de febrero de 2023… un sismo de magnitud de 7.8 sobre la escala de Richter se produjo en el sur de Turquía en una región fronteriza de Siria, también impactada. La regiones de Kahramanmaras, en el sur de Turquía, tanto como las zonas de Idleb, Gaziantep y Antalya han sido el epicentro del terremoto. En Siria, es el norte, fronterizo de Turquía, que ha sido impactado. Alep, que sufrió de anos de guerra, ha sido dañada esta vez por la catástrofe natural.

Este sismo, sobre la falla este-Anatolia, es el más fuerte desde el de Erzincan en 1939 y el más letal desde 1999. No se cuentan las réplicas desde entonces, dentro de las cuales un segundo terremoto por la tarde del 6 de febrero, equivalente al primero, agravó la ruina.


El resultado se mide cada horas: ya son mas de 25,000 las víctimas fatales, decenas de miles de heridos e incontables personas atrapadas en los edificios colapsados. La desesperación en estas regiones es impresionante. Se trata de zonas de conflicto, tensiones políticas, problema de desarrollo, tantas realidades que plantean otra pantalla de países que tienen un agenda particular: Turquía, encabezada por Recep Tayyip Erdogan, busca reforzar su estatus de potencia regional, mientras Siria y su presidente Hafez el Assad entraron en una lógica de reconquista final de control del territorio nacional después de años de conflicto interno extremadamente violento.


Sea tanto al nivel humanitario, sanitario como en materia de infraestructuras, ahora apremia salvar vidas y prevenir epidemias. Centros de acogida están apareciendo en las zonas de devastaciones mientras la movilización internacional se organiza. El Banco Mundial anunció una movilización de 1800 millones de dólares a Turquía, para intervenciones de urgencia y un apoyo a las poblaciones impactadas. Por cierto, desde las primeras horas de la catástrofe numerosos fueron los países en proponer su ayuda, logística, financiera y en materia de equipos de especialistas.


Son más de 45 países los que respondieron a la urgencia de la situación: todos los países europeos, incluyendo Grecia y Suecia, con los cuales las relaciones políticas son tensas actualmente, dijeron “presente”.


Rusia y Ucrania, a pesar de la guerra entre ambos, ofrecieron su ayuda. India, China, Estados Unidos tanto como América Latina contando con México, El Salvador, Colombia, Venezuela, Brasil y Argentina respaldan Turquía en la tragedia. En Siria, el poder central concentra dicha ayuda con un esquema diferente.

El drama es humano ante todo. Las palabras no bastan para revelar la amplitud de un evento que pulveriza vidas y familias, acelera la desintegración socioeconómica. Pero este terremoto lleva también una carga política, que revela otra dimensión de Turquía: a pocas semanas de las elecciones presidenciales del 14 de mayo próximo, pone en riesgo a Erdogan. Este último llamó a la “unidad nacional”, previniendo la furia de las poblaciones heridas, pues su posición política y social corre peligro con esta tragedia.


¿Por qué? Pone en primera plana las diferencias y complejidades administrativo-políticas del país tanto como sus posicionamientos en un contexto regional de tensiones y de guerra: se opone a la incorporación de Suecia en la OTAN.
Erdogan se posiciona en favor de una despliegue regional, afirmando un estatus particular, que fuese en Medio Oriente tanto como en Asia Central. Su relación con Rusia alimenta una posición que se presenta como “alternativa” a nivel internacional, estando en el centro de varios mundos: miembro de la OTAN con una posición de primer plano en el Mediterráneo. Sigue en guerra contra los movimientos kurdos en el país como en el exterior regional. Tantas posiciones que hoy en día lo arriesgan frente a la cólera que puede surgir del drama en un grito de unas poblaciones olvidadas: ¿que ha hecho por nosotros desde tantos años?


El gobernante turco siente el peligro: reconoce que “los cuerpos de socorro no van tan rápidamente como se esperaba”. La oposición denuncia una mala gestión de las consecuencias de una catástrofe previsible por estar Turquía en un país en el cruce de varias fallas sísmicas.


El drama del 6 de febrero pasado reveló la existencia de varias categorías regionales: las regiones en el sur este del país cuentan con zona de conflictos y tensiones donde están presentes los movimientos kurdos, considerados por Ankara como “terroristas”. Han decretado la suspensión de sus acciones frente a la situación difícil que vive parte de Turquía. Otra parte de dicha región es próspera, con la ciudad capital regional, Gaziantep, que sufrió tanto del sismo. Pero también existe una región muy rural, que unos consideran como la de los olvidados, donde los cuerpos de socorros tardan en llegar. Es decir, el sismo reveló debilidades en administración territorial: hoy en día, son 20% del país (1/5 de Turquía) está en una urgencia humanitaria anunciando una exigencia de adaptación del aparato productivo, pero también político turco.

El régimen de Erdogan enfrenta crecientes cuestionamientos sobre la calidad de las construcciones. Es toda una forma de administración territorial que será puesta en tela de juicio, representando un peligro para el poder central de Ankara.


Hasta ahora sólo se sabe de la captura del constructor Huseyin Yalçin Coskun cuando trataba de huir a Montenegro después que la ola sísmica que golpeó el país hundiese su propiedad, con más de 100 personas en su interior.
En este contexto, la ayuda internacional se vuelve crucial y obliga el presidente Erdogan a adoptar una posición media: aceptar la presencia internacional sin dar la impresión de depender de ella.


En Siria, país puesto bajo sanciones internacionales, el viernes, entró la ayuda al norte de Siria por el puesto de Bab el Hazwa, único lugar garantizado por la Organización de las Naciones Unidas en Turquía. La ayuda llega difícilmente, contando esta región zonas rebeldes al poder de Hafaz el Assad que decidió centralizar las operaciones de urgencia. No tenía muchas otras opciones sin poner de nuevo en tela de juicio su ejercicio del poder.


Los terremotos tienen un impacto internacional sobre países que están en el centro de la actualidad, con orientaciones políticas que nutren debates y tensiones fuertes. Los terremotos han provocado una catástrofe humana en las regiones devastadas. Será una consecuencia de las orientaciones políticas adoptadas por ambos países, o de la difícil geografía en la cual se ubican, las próximas semanas serán cruciales para el porvenir de Turquía y de Siria. Esta realidad explica la implicación de los presidentes Erdogan y Assad, entendiendo el grado de riesgo frente a la debacle humanitaria a la cual asistimos.


Politólogo francés y especialista en relaciones internacionales.

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