El envejecimiento es una etapa más de la vida de cada individuo. Una vejez digna e independiente es la capacidad de vivir la vida al máximo en el sitio al que llamamos hogar sin importar la edad, enfermedad o discapacidad. A pesar de que todos nosotros pensamos que entraremos a la tercera edad disfrutando de buena salud, la realidad es que el 70 por ciento de las personas mayores de 65 años van a necesitar de ayuda con sus actividades diarias en algún momento de sus vidas por un promedio de tres años. Este tipo de cuidado puede afectar cada aspecto de su vida desde cómo y dónde vive y el costo puede ser muy elevado.
¿Cuál es la situación actual? Hay familias donde la vejez es apreciada y estimada. Pero en muchos casos no, a causa de una mentalidad que pone en primer lugar la utilidad y la productividad del hombre; o que pone en el centro su propio bienestar, dejando de lado otras exigencias. La tercera edad a veces se la menosprecia, y hasta el mismo adulto mayor se pregunta si su existencia tiene utilidad. La realidad de los adultos mayores víctimas de estas actuaciones recaen en: El abandono, el aislamiento, el desamparo y la exclusión social, la violación de sus derechos legales, la privación de la toma de decisiones y de un estatus propio de una identidad, ya sea en el ámbito social o familiar. Esta es nuestra realidad hacia donde todos vamos encaminados para ser víctimas de un sistema excluyente. El envejecimiento con dignidad debe ser una meta para las autoridades salvadoreñas.
Crear oportunidades para la vejez es todo un reto precisó. Actualmente, se calcula que el 50 por ciento de los ingresos de los adultos mayores se invierte en médicos y medicinas, mientras aspectos como el trabajo remunerado, acceso a servicios de calidad y una vivienda digna, son rezagos que no se atienden como se debería. Esta columna de opinión es un llamado a la sociedad y a las autoridades para empoderar a las personas adultas mayores, a fin de que sean capaces de conocer sus derechos y de ejercerlos, y un llamado a los medios de comunicación para erradicar los estereotipos negativos de la vejez, así como el lenguaje excluyente y discriminatorio para referirse a la vejez. El nuevo principio de solidaridad tiene en la normalización de la vejez uno de los más ambiciosos desafíos al sistema de valores que se debe proponer activar. Un adulto mayor es útil y capaz de tener una vida propia e independiente. Al igual que el resto de las personas, los adultos mayores tienen derecho a no ser discriminados por su edad, al disfrute y al relacionamiento con la familia, a recibir buen trato y a acceder a una atención médica diferenciada.
La pobreza existe en la misma relación que la falta de solidaridad y la falta de caridad de las personas, y para muchos, preocuparse de la pobreza no deja de ser un discurso que solo busca el beneficio personal.
Basta con conocer la realidad económica de muchos adultos mayores que reciben pensiones insuficientes o una gran mayoría que ni siquiera recibe una pensión, hay que mirarle a los ojos, para darse cuenta como la vida se extingue en tristeza, basta con mirar las viviendas de muchos salvadoreños para observar como la alegría no es parte de su vida. Es tarea de todos aportar para disminuir la pobreza, es compromiso de todos ser solidarios con el más necesitado, nos corresponde trabajar para que sea posible que los pobres salgan de su indigna condición humana, y su exclusión de nuestra sociedad.
Rectificar la actual imagen negativa de la vejez, es una tarea cultural y educativa que debe comprometer a todas las generaciones. Preparemos un contexto humano, social y espiritual en el que toda persona pueda vivir con dignidad y plenitud esa etapa de la vida.
Fundadora de la organización Sonrisas y Amor para Todos.
www.sonrisasyamor.org