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El Salvador una sociedad suicida

El amor a Dios es el amor a nuestro prójimo, ser tolerantes. Nadie se ha quedado pobre por dar la pasada a otro carro o persona que transita y es que debemos entender que somos un mismo capeado que ríe y llora cuando las cosas caminan bien o caminan mal.

Por Ricardo Lara
Médico

A pesar de que ocupamos en Centro América un triste tercer lugar en los índices de suicidios, al momento no podemos comparar lo sucedido este año en nuestro país con este escabroso y delicado tema en comparación de otros países y en las capitales, ciudades grandes y en el área rural.

 Sin embargo, hay otros tipos de suicidios tales como el consumo de drogas que matan lentamente al adicto; tenemos al adicto al alcohol, que muere en una forma dolorosa llevándose en ese periplo a su grupo familiar; tenemos a la persona que tiene permiso para portar armas que, envalentonados por “el juguete”, creen que tienen licencia para matar; existe el conductor suicida a quien poco le importa guiar en forma errática y a altísimas velocidades sin importar la vida de sus acompañantes de otros conductores y de los peatones.

Estamos a días de celebrar la Navidad y los mayores incitamos a los menores a que revienten pólvora; niños que no desean resultar quemados pero somos los adultos los que los incitamos a que realicen una conducta suicida; tenemos motoristas del transporte público que, atenidos al tamaño de la máquina que manejan, poco les importa destripar a un ciudadano.

Y quizá una de las formas de suicidio más raras sean las de las pocas oportunidades que quedan para personas después de cierta edad de encontrar trabajo de reubicarse, las víctimas de los accidentes de tránsito con vidas truncadas con paraplejías o cuadriplejías.

Realmente se vive solo el día a día sin saber si lo finalizaremos, con problemas de seguridad alimentaria con una nutrición medianamente balanceada, con una canasta básica cada vez  más costosa. Son cientos de miles de personas las que están viviendo este lento suicidio porque ¿cómo se le podría llamar a esto? No llega a un genocidio, pero anda cerca. Haber dejado todo al Estado,  creyendo que ese esfuerzo sería reintegrado con creces, no como sociedad, comunidad, familia o individuo.

Debemos dejar de ser esa sociedad con ese comportamiento. El problema es que las fuerzas se debilitan, se ve al mayor como un estorbo, como alguien que sobra a otros cuando no han cometido pecado alguno más que creer que la vejez sería una etapa hermosa al final del camino.

El Salvador ha sufrido graves conflictos armados desde inicios del siglo XX como el levantamiento de 1932, la guerra civil de los 80 y las secuelas de tal tragedia se vive día a día en las calles de la capital donde las normas de cortesía no existen.

¿Por qué un nombre tan grotesco como “sociedad suicida”? Hubo ejemplos donde un vecino balaceaba a otro por tan solo un parqueo, léase bien: ¡asesinar a su vecino por un parqueo! Ejemplos sobran y criticar resulta fácil; accidentes de tránsito por altos niveles de imprudencia y listos esperando la lista de quemados de fin de año el objetivo de este artículo es que sea un mensaje a cada familia salvadoreña haga su propio análisis y su propia deducción.

El amor a Dios es el amor a nuestro prójimo, ser tolerantes. Nadie se ha quedado pobre por dar la pasada a otro carro o persona que transita y es que debemos entender que somos un mismo capeado que ríe y llora cuando las cosas caminan bien o caminan mal. Intentemos dejar de ser una sociedad suicida y luchemos desde nuestras posibilidades para que las cosas buenas comiencen en casa, nada fácil pues mientras el padre y la madre se dedican a soportar la carga económica, los hijos toman decisiones sacadas de “play station” y creen que esa es la forma de solucionar los problemas.

Debo aclarar: los juegos son solo juegos; en cambio, tener a un brillante estudiante que se suicida en la pasarela de la Universidad de El Salvador dice mucho de lo mal que la estamos pasando como sociedad.

Todo mundo ha olvidado ya la pandemia #COVID_19 donde hubo una especie de suicidios asistidos, el personal de salud sacó la peor parte, pero ¿quién se acuerda de eso? Un ejemplo claro de lo que es ser una sociedad suicida siempre será de primera intención cuando vemos las calles con cero cortesías viales, con altos incrementos de accidentes, fallecidos o personas con altas secuelas esto sin mencionar los serios problemas de salud mental.

Médico.

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Opinión Suicidio Violencia

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