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Suicidios y salud mental: ¿Qué está pasando?

He escrito 13 columnas sobre salud mental, depresión y suicidio. Trece intentos por visibilizar un problema real y urgente. Es momento de que la salud mental sea prioridad en la agenda nacional de salud pública.

Por Ricardo Lara
Médico

El pasado 31 de marzo, mientras escuchaba el programa radial matutino de La Tribu FM, una noticia captó mi atención: “Siete muertes por suicidio reporta cuenta no oficial de desaparecidos en marzo de 2025”. La información detallaba el hallazgo de siete hombres, cuyas edades oscilaban entre los 20 y 49 años, encontrados sin vida y con una posible causa de muerte: el suicidio.

Este dato me llevó a revisar mis archivos y las columnas que he dedicado a lo largo de los años a la salud mental. El suicidio es, lamentablemente, el desenlace más trágico de una serie de problemáticas emocionales que nuestra sociedad arrastra, muchas veces en silencio.

Mi primera columna sobre este tema fue publicada el 12 de febrero de 2022, bajo el título “La salud mental y la familia salvadoreña”. En ella escribí:

“Así como nos preocupa un dolor abdominal, el aparecimiento de uno u otro síntoma, así debe alarmarnos un trastorno mental: tristeza, melancolía, falta de interés, tics, insomnio, dolores de cabeza, falta de concentración, hasta llegar a ideas suicidas. Entre más rápido se aborde el problema, mejores serán los resultados”.

El 25 de marzo del mismo año, publiqué “El suicidio de una médico interno”, tras conocer el caso de una joven profesional que, en la etapa final de su carrera, decidió quitarse la vida. Escribí entonces:

“Esta tragedia debe servir para revisar qué pasa en la relación médico-docente-estudiante, ya que debería ser una correlación donde se forjen los valores que cimentarán al nuevo profesional. No podemos seguir repitiendo patrones donde ridiculizar, castigar y maltratar a un estudiante ha sido la regla”.

El 8 de julio de 2022, dediqué mi columna “La salud mental del gremio médico y la pandemia” a los estragos emocionales que dejó la emergencia sanitaria. Una frase resume esa reflexión:

“Esta columna está dedicada a mi gremio, pero el dolor no pertenece a un solo sector. Vi caer grandes amigas enfermeras cuyos hogares nunca volvieron a ser los mismos. ¿Y quién dice algo? Nadie. Preferimos callar y seguir la vida”.

El 7 de marzo de 2023 publiqué “La depresión, una enfermedad silente”, en la que señalé:

“La salud mental debe ser cuidada y considerada una prioridad. Como cortoplacistas que somos, no reparamos en que cualquier persona con un problema, sea cual sea, puede ser presa fácil de la depresión”.

Más adelante, el 23 de marzo de 2023, escribí “El suicidio”, cuando el tema comenzaba a visibilizarse socialmente. Afirmé entonces:

“No tenemos que ser una sociedad que se quite la vida, sino una que dé vida. No debemos vitorear la muerte, sino el amor por la familia, el prójimo. No veamos al suicida como el eslabón más débil, sino como alguien que necesitaba ayuda”.

El 26 de marzo de ese mismo año salió publicada “La salud mental del personal de salud”. Allí planteé preguntas necesarias:

“¿Cómo nos afectó la pérdida de compañeros? ¿Cómo superamos el altísimo nivel de estrés? ¿Qué pasó con las familias, con los hijos, con las madres que perdieron a un ser querido?”

El 9 de agosto de 2023, en “Un mundo depresivo”, reflexioné sobre cómo la depresión y la ansiedad ya no distinguen edad ni contexto. Jóvenes de todo el mundo enfrentan estas patologías:

“Este artículo busca encender una luz de alarma para estar pendientes de los cambios en la conducta de nuestros hijos”.

En noviembre de ese año, el día 11, publiqué “El tráfico y la salud mental”, resaltando cómo el caos vial también afecta nuestro estado emocional:

“¿Cómo esperamos tener conductores respetuosos si la violencia entre carro y carro es la dinámica diaria? No la tenemos fácil”.

Esa columna fue antesala de la noticia del 9 de febrero de 2025: “52 peatones fallecidos en las primeras cinco semanas del año”. Es decir, casi dos salvadoreños por día mueren atropellados.

En plena Navidad, el 21 de diciembre de 2023, titulé una de mis columnas más duras: “El Salvador, una sociedad suicida”, con la frase:

“El amor a Dios es el amor al prójimo. Nadie se ha empobrecido por ceder el paso. Debemos entender que somos un mismo cuerpo social que ríe y llora cuando las cosas marchan bien o mal”.

El 26 de abril de 2024, tras una noticia que estremeció al país, publiqué “El suicidio en los jóvenes”. Escribí con el corazón en la mano:

“A esa edad en la que se vive con intensidad, se sueña con conquistar el mundo, lo último que esperamos es que un joven decida quitarse la vida. ¿Qué nos sucede como sociedad para que alguien tan joven tome una decisión tan definitiva?”

El 16 de mayo de 2024 escribí “El suicidio, una pandemia visible”, dejando esta reflexión:

“El suicidio es el resultado de muchas pequeñas cosas que se acumulan. Gota a gota, el vaso se rebalsa. ¿Dónde estuvimos nosotros? ¿Dónde estuvieron las universidades, los departamentos de psicología, las empresas, las escuelas? Esta ya no es una realidad invisible, la tenemos frente a nuestros ojos”.

El 25 de agosto de 2024, publiqué “Cuidemos la salud mental”, afirmando:

“El tráfico es de locos. Además de las horas perdidas, se vive una violencia en las calles donde el carro se vuelve un arma, y entre más grande, más agresivo es su conductor”.

Finalmente, el 17 de noviembre de 2024, publiqué “El suicidio en adolescentes”, impulsada por una estadística dolorosa: entre enero de 2017 y agosto de 2022, 319 menores se suicidaron en El Salvador (175 hombres y 144 mujeres).

En total, he escrito 13 columnas sobre salud mental, depresión y suicidio. Trece intentos por visibilizar un problema real y urgente. Es momento de que la salud mental sea prioridad en la agenda nacional de salud pública.

Vivimos en una época donde todo pasa rápido, donde una noticia dura tres días y luego se olvida. Pero no olvidemos: siete hombres se quitaron la vida en marzo. Eran padres, hijos, hermanos, esposos, compañeros, vecinos. Los números pueden ser fríos, pero cada uno de ellos representa una historia de vida.

Médico.

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