Por Se define como el acto que en forma deliberada llevamos a cabo para quitarnos nuestra vida.
La historia está llena de páginas negras de grandes personajes que se quitaron la vida, pero debemos aclarar algo: el suicidio no respeta ni a grandes personajes ni a gente común como nosotros. Es la conclusión de un acto que llevamos a ejecutar que puede ser resultado por tantas causas y lamentablemente El Salvador es un país que no brinda las condiciones de vida elementales y básicas para una familia, para el desarrollo completo y pleno de una sociedad: al contrario, cada vez tenemos más elementos estresantes, tenemos las condiciones de vida que día a día baja en cuanto a calidad, tenemos familias totalmente desintegradas a causa de la guerra de los 80, por la guerra de las pandillas, a causa de la pobreza.
Lamentablemente vemos al suicida como un cobarde, como una persona que no tuvo el valor para afrontar las causas o la vida misma sino como una persona débil de carácter que prefirió quitarse la vida antes que luchar por salir de ese infierno.
El suicidio es el resultado, es el culmen de un acto que tiene antecedentes en nuestra mente. Tenemos las enfermedades mentales como la depresión, la bipolaridad, la esquizofrenia y otras más y sobre todo el abuso psicológico, físico y verbal. Me pregunto ¿qué puede pasar por la mente de todas las personas que están recluidas injustamente, por la mente de las madres de las personas que han sido víctimas y que les han entregado un cadáver? ¿Cómo puede tener una salud mental en perfecto estado una persona que pierde a dos hijos y se los desaparecen y qué le queda a esta mujer?
Todos tenemos momentos en la vida en que las cosas no van bien, en que sentimos que perdemos la lucha, y es ahí donde la importancia que debemos tener y conocer que es acercarnos a Los profesionales de la salud, sea a un pastor, a un sacerdote, pero debemos acercarnos a alguien y debe este artículo ser una voz para que cuando alguna persona, un pariente, un amigo o alguien mencione la palabra suicidio, estemos prestos a brindarle nuestra ayuda. Es un mensaje que nos está enviando: no va a decir “yo me voy a suicidar mañana” sino que el suicidio aparece en su lenguaje, una conducta insólita.
Entonces debemos estar atentos a brindar la ayuda. Esos son gritos de ayuda que esa persona pide y debemos como personas que rodeamos a este paciente volcarnos en su apoyo, en su ayuda, entender por qué, qué le pasa, por qué desea eso, desde cuándo está pensando suicidarse y buscar ayuda pronta.
Tenemos artistas famosísimos, personas millonarias que podríamos decir por qué se suicidaron si lo tienen todo desde el punto de vista económico. Casos como Robin Williams y grandes personas que recurrieron al suicidio como una salida. Quizá un dolor tan tenebroso que ya no los dejaba vivir en paz.
Por eso el suicidio no respeta condición social, no respeta sexo, no respeta estatus, no respeta profesión. Tenemos colegas que en un momento de desesperación, de desesperanza es el suicidio la última alternativa y la cumplen.
Es un tema triste que evitamos hablar de ello pero la salud mental en El Salvador; es un problema serio. Lamentablemente siempre está el estigma que adolecer de determinadas enfermedades o pensar en suicidio es solo de los débiles y nosotros los fuertes vemos a aquellos con desprecio, no nos importan, cuando debemos estar prestos, estar atentos a servirle.
Sin embargo, no todo mundo tiene acceso a una atención en salud mental, a una atención por un psicólogo o por un psiquiatra. No, la salud mental es cara, el profesional de la salud mental en el país tiene que cobrar sus honorarios respectivos y no todo el mundo, no toda la población tiene acceso a esa urgente atención.
Por eso tenemos casos vívidos como es el triste ejemplo del cantón Las Pilas, en la zona alta Chalatenango, que desde el 2011 ocupa el primer lugar. Después de Cuba y Uruguay sigue El Salvador. Es este lejano cantón tan conocido por su clima, por sus verduras, por sus vegetales, sus frutas que ocupa el primer lugar en suicidios en toda Centroamérica. Eso nos tiene que despertar, que llamar la atención, dirigir la mirada hacia este lugar o hacia todo el país para entender que el suicidio camina sigilosamente, llega a su víctima, acaba con ella pero detrás de eso están problemas de índole personal, divorcios pérdida de los hijos, pérdida de bienes, migración forzada, la situación económica que se está viviendo y que resulta agobiante para miles de personas.
Entonces no es solo juzgar sino brindar la solución a un problema, sino ponernos en los zapatos de esa persona, de nuestro amigo que nos menciona el suicidio como una solución a sus problemas. Debemos servir y no criticar o señalar sino que volvernos agentes de cambio y estar atentos por mínima que sea la señal a dar esa mano, servir de tutores apoyando a esta persona para que con la ayuda profesional desista de tal intento o de tal acto.
Todos sabemos que el suicidio casi siempre se lleva a cabo cuando una persona ya lo ha considerado. Se sabe que las mujeres son más propensas al intento de suicidio, pero son los hombres los que llevan la delantera, los que se suicidan en su mayoría.
No tenemos que ser una sociedad que nos quitemos la vida sino debemos ser vida. No tenemos que ser una sociedad que vitoreamos el suicidio sino que, al contrario, que vitoreamos la vida, el amor por la familia, el amor por nuestro prójimo y no considerar al suicida como la persona más débil en la cadena evolutiva.
Médico.