Estamos en la Semana Santa, un tiempo, para muchos, de reflexión y de oración en el marco de la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo; para otros, son días de descanso, de familia y de recreación. Es bien sabido que el turismo es una actividad que goza de mucha popularidad durante los feriados a lo largo del año y la Semana Mayor no es la excepción.
Ahora bien, los sitios más visitados normalmente son las playas y las montañas, que, en nuestro país, se encuentran a distancias bastante cortas, lo que permite recorridos de varios destinos en tiempos relativamente cortos. No obstante, en este contexto, deseo hacer un llamado a la conciencia de quienes harán turismo en nuestro país en estas fechas, tanto nacionales como extranjeros: cuidemos los sitios que visitemos; me refiero, propiamente, a abstenernos de botar la basura en cualquier parte. Creo que muchos hemos notado, en casi todos los sitios turísticos, que hay una gran cantidad de personas que, al terminar de consumir algún alimento o bebida, depositan el envoltorio o recipiente en cualquier lugar menos en un basurero. Normalmente, se destina algún tipo de contenedor para los desechos sólidos, incluso, para clasificarlos en orgánicos, inorgánicos, entre otros. No obstante, siempre es perceptible su falta de uso en forma de contaminación.
El ejemplo clásico, y por el que muchos turistas optan por visitar durante las vacaciones, son las playas; con el calor, el sonido del mar y el ambiente, tenemos satisfacción degustando algún delicioso coctel de mariscos, un ceviche o alguna bebida; sin embargo, existe la tendencia, quizás por comodidad, de que, al terminar de consumirlo, depositemos estos desechos en la arena o cerca del mar. Hay que recordar que la playa no solamente es para el turismo o el uso humano, sino que también es el hogar de muchas especies animales y vegetales que enfrentan serias consecuencias producto de la contaminación. Asimismo, pueden proliferar diversos tipos de enfermedades en nosotros que son fomentadas por el mal tratamiento que le damos a nuestros desechos. Detengámonos a pensar que, en cualquier promontorio de basura, abundan las moscas y otros animales perjudiciales, que son vectores de enfermedades que pueden generar severas consecuencias.
Un último punto a destacar es que, si el ritmo de contaminación no disminuye, el planeta se irá deteriorando cada vez más, lo que heredará un mundo menos sostenible y más propenso a desastres para las futuras generaciones. Imagino que a todos nos gusta deleitarnos con los parajes y las estampas que nos da la naturaleza, pero tenemos que entender que es tarea de todos, no solamente de quienes administran los lugares, cuidarlos y mantenerlos aseados. Solamente así, habrá un verdadero equilibrio y coexistencia con la flora y la fauna del planeta. Creo, en lo personal que en esta Semana Santa, Dios, como creador, no se sentiría satisfecho con el daño que, entre todos, le hacemos a la Tierra; no la crucifiquemos, no mancillemos el mundo que se nos ha confiado, más bien, tratemos de cuidarlo para que las futuras generaciones no reparen el daño que nosotros causamos.
Licenciatura de Economía y Negocios
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)