Honor a quien honor se merece. Honramos y profundamente apreciamos al Profesor Francisco Ventura Zelaya (Don Chico) - un gran maestro educador- por su incansable motivación y dedicación por hacer una gran diferencia en nuestro pueblo, para mejorar nuestras vidas.
Numerosas generaciones de hijos e hijas de Santa Rosa de Lima y de comunidades vecinas, celebramos la memorable vida de Don Chico y expresamos nuestros eternos agradecimientos por sus invaluables esfuerzos por facilitar la educación de miles de jóvenes estudiantes, que para muchos hubiera sido difícil, si no imposible lograrla. Orgullosamente, compartimos nuestros sentimientos con su apreciable familia.
La visión y misión de Don Chico siempre fue la educación de la rápidamente creciente juventud Limeña, porque la educación permitiría llevar nuestro potencial a su máxima expresión; favorecer la adquisición de habilidades, conocimientos y más importante - desarrollar carácter.
En 1954, el Profesor Francisco Ventura Zelaya, entonces Diputado por el Departamento de La Union, fue esencialmente instrumental, no solo en asentar para siempre, nuestra identidad oficial como Santa Rosa de Lima, sino también con lograr en nuestro pueblo, la organización de Kindergarten, la expansión de Escuelas Primarias, el establecimiento del Plan Básico de Educación Media (noveno grado) y de una Unidad de Salud. El también creo las bases de un futuro Instituto Nacional - merecidamente reconocido con su nombre - que abriera oportunidades de educación superior, mas allá del bachillerato. Los logros son innumerables. El siempre se preguntó, que puedo hacer por mi pueblo y nunca que puede hacer mi pueblo por mi. Con sus prolíficas ideas, Don Chico deseaba cantarle a su tierra natal y así invitó al recordado Pancho Lara para que escribiera bellas letras alegóricas a nuestro pueblo.
Don Chico con su ejemplo, alentó con respeto y dignidad, a cada maestro en nuestra ciudad, a mantenerse fiel y comprometido con los principios básicos de la enseñanza de nutrir mentes jóvenes y de participar, en actividades propias de la más noble y una de las mas difíciles de todas las profesiones: la enseñanza.
Celebrando numerosas graduaciones, es fácil reconocer la enorme contribución de Don Chico a nuestra educación profesional; por lo tanto, lo mínimo que podemos expresar es ¡Gracias Don Chico!