Desde muy pequeños estamos acostumbrados a escuchar acerca de la importancia de mantenernos saludables y cuidar de nuestro cuerpo. La mayoría de las personas están conscientes del valor generado por una dieta balanceada acompañada de ejercicio, asistencias periódicas al doctor, toma de vitaminas, entre otros hábitos. Sin embargo, la concepción de ser “personas saludables” no siempre incluye al bienestar mental. Muchas veces asociamos la noción de salud solo con su dimensión física, aun cuando la OMS la define como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Al no presentar síntomas tan notorios, es muy difícil, y, en algunos casos, imposible reconocer señales alarmantes que anuncien que alguien está luchando con problemas de salud mental, especialmente cuando hay silencio.
El estado de la salud mental influye directamente en nuestro desempeño laboral o académico. Similarmente, tiene un fuerte impacto en nuestro bienestar y en las relaciones con otras personas. Lastimosamente, a pesar de ser tan importante, hablar abiertamente de estos temas es aún acompañado de estigmas. Las enfermedades mentales son relacionadas con señales de debilidad o intentos por llamar la atención. De acuerdo con la OMS, el estigma que acompaña a la salud mental es la principal razón por la cual las personas no buscan ayuda y muchas veces evitan tener esas conversaciones. Este intento por mantener dichas dificultades en el secreto, puede deberse a factores sociales e incluso religiosos. Un estudio llevado a cabo con personas de las comunidades latinas religiosas en EE. UU, reveló que muchas personas consideraban que la mala salud mental se debía a una falla moral o un dilema espiritual. Si bien la oración y cercanía a Dios puede ser de gran ayuda para ciertos individuos, el tratamiento para las condiciones de salud mental no puede basarse completamente en estas herramientas. En algunos casos, se requiere de atención médica o profesional.
Hablar abiertamente del cuido de la salud mental, educarse y conocer más acerca de estos temas es de gran importancia debido al rol significativo que tienen en la sociedad. De acuerdo con datos de la OMS, alrededor del 5% de los adultos en Latinoamérica padecen de depresión, siendo este el trastorno mental más común a nivel mundial. Sin embargo, solo una pequeña fracción de ellos reciben tratamiento o buscan ser atendidos. En el peor de los casos, el descuido de la salud mental incluso puede guiar a la muerte. Para El Salvador este es un problema muy importante de enfatizar. De acuerdo con datos del Instituto de Medicina Legal, los hombres se suicidan cuatro veces más que las mujeres, llegando a la cifra alarmante de 307 casos a finales de septiembre del 2021.
Actualmente, en la mayoría de los países latinoamericanos, sólo el 2% del presupuesto sanitario nacional es destinado para atender a la salud mental. Es por ello que depender de programas gubernamentales, o simplemente acceder a ellos, no es una opción viable para muchas personas. Adicionalmente, incurrir en gastos extra para obtener ayuda profesional no es realista para muchas familias, especialmente para aquellas de bajos recursos. Por ello, la mayoría de las personas dependen de su círculo más cercano para ofrecerles apoyo o alivio durante tiempos difíciles. Con respecto al tema de la salud mental, el Banco Mundial señala que la inadecuada salud mental afecta más aquellos de escasos recursos y contribuye directamente al círculo vicioso de desigualdad en países de la región, debido a la estrecha relación entre bienestar y condiciones de vida con la presencia de trastornos mentales.
Es de vital importancia tratar de reconocer las señales de que alguien necesita ayuda, y en la medida de lo posible, buscar ser esa persona de apoyo para aquel que lo necesite, especialmente cuando dicha persona no tiene acceso a ayuda profesional. Sobre todo, es de gran provecho poder tener estas conversaciones, que en muchos casos pueden resultar difíciles, acerca de la salud mental tanto en colegios, universidades, lugares de trabajo, pero sobre todo entre familiares y amigos. Tener estos espacios abiertos de discusión contribuyen a mejorar el ambiente y bienestar de las personas, pero sobre todo pueden salvar una vida.
Estudiante de Licenciatura en Economía y Negocios
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)