Por Siempre he insistido sobre la responsabilidad individual. Porque, aunque la responsabilidad social ahora ya no es un tema que domine la moda, se recurre a ella con frecuencia, mientras que la responsabilidad que tenemos, como individuos, procuramos ignorarla, como hace el gobierno con nuestro derecho a la información. O esconderla, como algunos artículos de nuestra Constitución, que solamente un iluminado ha podido descubrir.
Y un tema importantísimo dentro de nuestra responsabilidad individual, es el cuidado de nuestra salud física, mental, emocional y espiritual.
Por eso llamó muchísimo mi atención un artículo publicado por INFOBAE el 25/04/2023, titulado “El hábito menos pensado que afecta la salud del cerebro” (https://www.infobae.com/salud/2023/04/25/el-habito-menos-pensado-que-afecta-la-salud-del-cerebro/). Porque, indiscutiblemente, de todos los órganos de nuestro cuerpo, el más importante, el que rige a todos los demás, es precisamente el cerebro, por lo que cuidarlo es absolutamente prioritario.
Y, ¿cuál es ese hábito tan dañino? Sorpréndase, porque casi diría yo que es, además del fútbol, el otro deporte nacional: ¡QUEJARSE!
Pues sí: Según los especialistas, quejarse permanentemente o estar expuestos a la queja continúa de quienes nos rodean, daña las neuronas en el hipocampo, la parte del cerebro que se utiliza para la resolución de problemas y la función cognitiva. Además: ¿a quién le gusta estar con un quejoso?
Cierto que abundan las causas para quejarnos sin parar: el gobierno, el tráfico, el calor, la situación económica, los peligros de un conflicto mundial, y mil etcéteras. Pero, ojo: cuanto más nos quejamos, más vamos convirtiendo la queja en un hábito, y según un estudio de la Universidad de Stanford, la exposición a tan solo 30 minutos de quejas todos los días puede dañar físicamente el cerebro. Pavoroso, ¿verdad?
El médico neurólogo Alejandro Andersson, director del Instituto de Neurología Buenos Aires, opinó: “Quejarse, lamentarse y enfadarse todo el tiempo puede tener un efecto negativo en el cerebro y en la salud en general”. ¿De qué manera?
*Afecta la química del cerebro, produciendo hormonas, como el cortisol, que pueden afectar negativamente nuestro estado de ánimo, nuestra capacidad cognitiva y nuestra salud en general.
*Refuerza patrones negativos, creando circuitos neuronales negativos en nuestro cerebro, predisponiéndonos a ver lo malo en lugar de lo bueno.
*Interfiere con la resolución de problemas, dado que en ese estado no podemos pensar con claridad, disminuyendo nuestra capacidad de concentración, atención e inteligencia ejecutiva.
*Daña nuestra actividad social: Si nos quejamos y enfadamos constantemente, pueden afectarse nuestras relaciones interpersonales y nuestra capacidad para conectarnos con los demás.
¿Qué hacer, entonces, para cuidar la salud de nuestro cerebro? Andersson señala 6 estrategias:
*Tomar conciencia, darnos cuenta de que estamos quejándonos todo el tiempo.
*Dejar de enfocarnos en lo negativo y ver y disfrutar todo lo bueno que nos rodea, recordar que también hay muchísimo por lo que debemos estar agradecidos.
*Ser práctico, en vez de quejoso: ¿hacemos algo por resolver el problema? Eso, y no la queja, es la solución.
*Dejar de alimentar la queja. Siempre habrá malas noticias, pero no debemos tomarlas como que es un problema personal. Ya lo dice el dicho: no sudar calenturas ajenas.
*Buscar ayuda: apoyarse en la familia y, de ser necesario, consultar a un profesional.
*Hacer actividad física: para Andersson, esto es un gran remedio para la depresión y demás dolencias emocionales y mentales.
Entonces, cuidemos nuestro cerebro. Es nuestra responsabilidad individual.
Empresaria.