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Von Economo y el cerebro social

La capacidad social del ser humano no es un capricho de la naturaleza, sino un factor decisivo en nuestra evolución. La vinculación con otros ha sido esencial para nuestra supervivencia y desarrollo. 

Por Edward Wollants
Médico y abogado

El cerebro social es uno de nuestros recursos más valiosos para enfrentar los desafíos que nos plantea el entorno. Gracias a él, experimentamos sensaciones únicas como el acompañamiento, la protección y el sentido de valor dentro de la sociedad.

Este concepto, desarrollado por las neurociencias, se refiere a nuestra capacidad innata para relacionarnos con los demás. Las investigaciones han demostrado que existen circuitos cerebrales específicos implicados tanto en la formación de la autoconciencia como en la empatía.

El cerebro social se basa en la idea de que varias áreas cerebrales están directamente vinculadas con nuestras relaciones sociales. Entre estas se encuentran las neuronas Von Economo, que juegan un papel crucial en la regulación de los conflictos, entre otras.

Profundicemos en el papel de las neuronas Von Economo, también conocidas como neuronas en huso. Estas células nerviosas, descubiertas en 1926 por el neurólogo austriaco Constantin von Economo, se encuentran en áreas específicas del cerebro y están asociadas con funciones cognitivas avanzadas. Las neuronas Von Economo se desarrollan de manera tardía, tanto en el crecimiento individual como en la evolución de la especie, lo que puede explicar en parte por qué los jóvenes a menudo muestran dificultades en áreas como la empatía, la socialización, la intuición y la toma de decisiones rápidas.

Durante el desarrollo cerebral, las neuronas Von Economo no están plenamente formadas en la infancia. Su desarrollo comienza más tarde, generalmente en la adolescencia, y continúa madurando durante los primeros años de la adultez. Esta temporalidad sugiere que las capacidades relacionadas con estas neuronas, como la empatía profunda y la capacidad para tomar decisiones intuitivas, también se desarrollan de manera gradual.

En los jóvenes, el sistema de neuronas Von Economo aún no ha alcanzado su plena madurez. Esta inmadurez puede contribuir a que los adolescentes y adultos jóvenes enfrenten dificultades en la comprensión emocional y en la toma de decisiones rápidas y acertadas. La capacidad para interpretar y responder de manera efectiva a las emociones de los demás, así como para actuar con rapidez y eficacia en situaciones sociales complejas, se basa en gran medida en la funcionalidad óptima de estas neuronas.

La empatía, por ejemplo, requiere no solo la capacidad de reconocer y comprender las emociones de los demás, sino también la habilidad para integrar esta comprensión con una respuesta adecuada y ajustada a las normas sociales. Las neuronas Von Economo juegan un papel crucial en este proceso, facilitando la conexión entre la percepción emocional y la respuesta social. En los jóvenes, la inmadurez de estas neuronas puede traducirse en una menor capacidad para realizar estas conexiones de manera fluida, resultando en desafíos para establecer relaciones sociales profundas y efectivas.

Además, la toma de decisiones rápidas, que a menudo depende de la intuición y la capacidad de evaluar situaciones complejas de manera expedita, también se ve influida por el desarrollo de las neuronas Von Economo. En situaciones de alta presión, donde es necesario tomar decisiones rápidas basadas en una comprensión rápida de las emociones y comportamientos de los demás, la capacidad para procesar y actuar puede estar limitada en individuos jóvenes debido a la falta de desarrollo completo de estas neuronas.

La tardía maduración de las neuronas Von Economo proporciona una explicación neurobiológica para las diferencias en el comportamiento social entre los jóvenes y los adultos. Mientras que los adultos han desarrollado plenamente estas neuronas y han adquirido una mayor capacidad para la empatía, la intuición y la toma de decisiones sociales, los jóvenes todavía están en proceso de desarrollar estas habilidades complejas.

Este aspecto del desarrollo cerebral también resalta la importancia de proporcionar oportunidades a los jóvenes para desarrollar y fortalecer estas habilidades a lo largo de su crecimiento. La educación emocional, el entrenamiento en habilidades sociales y el apoyo en la toma de decisiones pueden ayudar a facilitar el desarrollo de las capacidades asociadas con las neuronas Von Economo, mejorando así su competencia en el ámbito social y emocional.

Aunque nacemos con el potencial para desarrollar la empatía, este desarrollo no está garantizado. Las experiencias individuales y la educación pueden influir en la capacidad para experimentar empatía, a veces fomentando conductas menos adaptativas y prejuiciosas.

La capacidad social del ser humano no es un capricho de la naturaleza, sino un factor decisivo en nuestra evolución. La vinculación con otros ha sido esencial para nuestra supervivencia y desarrollo. 

El ser humano, a pesar de ser menos fuerte y ágil que muchos animales y de tener sentidos menos desarrollados en comparación, ha logrado enfrentar con éxito su entorno gracias a su cerebro social. Este cerebro, a su vez, se ha desarrollado en gran medida debido a nuestras interacciones sociales.

Comprender cómo el desarrollo de las neuronas Von Economo y otros aspectos del cerebro social impactan nuestras habilidades sociales subraya una verdad fundamental: las personas que han desarrollado más sus capacidades cognitivas y han alimentado su cerebro con una rica variedad de experiencias tendrán ventajas significativas en el manejo de las relaciones sociales. A medida que acumulamos experiencias y conocimientos, con la edad, no solo mejoramos nuestra capacidad para comprender y conectar con los demás, sino que también fortalecemos nuestra intuición y habilidad para tomar decisiones rápidas y efectivas en contextos sociales.

El desarrollo continuo de nuestras capacidades cognitivas y emocionales a lo largo de la vida nos permite enfrentar desafíos sociales con mayor eficacia, construir relaciones más profundas y enriquecedoras, y contribuir de manera más significativa a nuestras comunidades. La inversión en el crecimiento personal y en la educación emocional no solo nos beneficia a nivel individual, sino que también fortalece el tejido social en su conjunto.

Para finalizar, el cerebro social y su evolución nos enseñan que nuestra capacidad para interactuar y conectar con los demás es fundamental para nuestra vida y nuestro bienestar. Aprovechar esta comprensión para fomentar el desarrollo cognitivo y emocional desde una edad temprana puede tener un impacto duradero en nuestras habilidades sociales y en nuestra capacidad para construir un mundo más empático y colaborativo.

Médico Nutriólogo y Abogado.

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Opinión Salud Mental

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