Por En tiempos lejanos una persona de cuarenta años era considerada muy vieja, y hasta habría excedido su expectativa de vida. Llegar a los cincuenta o sesenta era algo insólito y los que lo lograban eran venerados y colocados en una posición especial en la sociedad. Actualmente la expectativa de vida duplica la de aquellas épocas y no es extraño ver personas de setenta años en maratones o en grupos de Rock cantando o tocando como en sus mejores tiempos.
Pero con el aumento de personas mayores en la población se produce también un aumento de las enfermedades que se relacionan con el envejecimiento. Un grupo de enfermedades que se asocian con la edad son las demencias, o como se les llama actualmente trastornos cognitivos. Dentro de estas condiciones la Enfermedad de Alzheimer es la que cobra especial atención, ya que es la más común y una de las más serias. El Alzheimer está aumentando a niveles preocupantes por una sencilla razón, porque su factor de riesgo más importante es el envejecimiento.
La Enfermedad de Alzheimer y otras demencias relacionadas, en un tiempo llamadas degenerativas, son condiciones de muy larga evolución. El daño cerebral que las provoca puede haber comenzado diez o quince años antes del aparecimiento de los primeros síntomas, de tal manera que cuando éstos se observan el daño cerebral ya está hecho. Es esta situación la que hace que sea tan problemático el tratamiento, pues el intentar revertir un daño crónico es muy difícil. Y como una vez la persona enferma sigue irremediablemente envejeciendo todo se vuelve más complicado.
Entonces la lógica conclusión es que los esfuerzos para controlar la enfermedad se deben centrar en la prevención. Pero ¿es posible prevenir el Alzheimer? La respuesta no es fácil. En la enfermedad intervienen factores genéticos que no se pueden modificar, el envejecimiento no se puede detener, y la etnia no se puede cambiar (las razas más susceptibles son la afroamericana, la india americana y la originaria de Alaska). Las investigaciones sobre la prevención del Alzheimer y otras demencias asociadas no han dado resultados concluyentes, de tal manera que cuando usted vea en las redes sociales un anuncio en el que se promete curar el Alzheimer es casi seguro que se trate de una estafa.
Al momento las instituciones de salud serias y las universidades reportan que en cuanto a la prevención de estas condiciones se han investigado intervenciones diferentes y que los resultados son “prometedores, pero no concluyentes”. Lo que los estudios intentan conocer es si hay algo que uno pueda hacer para disminuir los riesgos de padecer demencia. Existen tres intervenciones que son de este tipo, prometedoras pero no concluyentes. Las tres son muy útiles, y aunque al final no prevengan la demencia son buenas de todas formas. La primera es prevenir la hipertensión arterial y los altos niveles de azúcar. Y esto debe hacerse desde la mediana edad para que tenga un efecto sobre las demencias. La segunda es tener hábitos de vida saludables, como la actividad física y una dieta sana. La tercera es el entrenamiento cognitivo. Si los músculos, los huesos y el corazón se benefician de la actividad tiene sentido suponer que el cerebro también podría beneficiarse de actividad mental. En esto son recomendados la lectura, el aprendizaje de cosas nuevas como un idioma, una habilidad manual o el de un instrumento musical.
Médico Psiquiatra