“Me costó que me atendieran pero valió la pena”, “Me iban a operar de urgencia pero lo hicieron hasta el siguiente día porque no habían camas”, “Mi último hijo nació en Emergencia y me atendieron bien”, “Fui a Emergencia del hospital por un doblón en un dedo de mano y después de esperar con paciencia me remitieron a la Consulta Externa” y “Llevé a mi hijo moribundo y en cosa de minutos lo empezaron a tratar y le salvaron la vida” son algunas expresiones de la gente.
El servicio de emergencia de un hospital general atiende a toda persona que por la naturaleza de su enfermedad o condición, requiere de la intervención inmediata del médico con el objetivo de salvarle la vida si es del caso, facilitar su recuperación y evitar la ocurrencia de complicaciones o secuelas. Los casos obvios son abordados sin mayor pérdida de tiempo por los profesionales en turno; no obstante, existen otros no tan obvios que tienen que esperar. En el medio criollo las emergencias dudosas las dirime el médico encargado de la Selección, habitualmente un experimentado profesional que define la conducta a seguir. La presencia de este último es vital porque entre los usuarios es común la confusión entre urgencia personal y urgencia establecida con criterio médico.
En el transcurso de las 24 horas del día al servicio de emergencia del hospital llega de todo, destacan los lesionados, accidentados, intoxicados y señoras con dolores de parto a menudo llevadas en ambulancia. Enfermos referidos por motivos diversos procedentes de unidades primarias, no referidos que llegan por sus propios medios, algunos llevados por sus familiares, madres de familia acompañadas de menores enfermos, etc. Salvo situaciones especiales la prioridad en la atención sigue el orden siguiente: (1) Paciente de cualquier especialidad en condición crítica, sin mayor preámbulo pasa directamente a la sala de shock o sala de máxima urgencia con el objetivo de salvarle la vida y de ser posible, estabilizarlo para luego trasladarlo a la Unidad de Cuidados Intensivos, Centro Quirúrgico u otra dependencia hospitalaria según el caso.
(2)Emergencia verdadera. Además de que ya existe un grupo clásico de síndromes que deben abordarse de inmediato, a lo sumo en las siguientes horas (cólico hepático, infarto agudo del miocardio, herida penetrante del abdomen, hernia estrangulada, embarazo ectópico roto, fractura expuesta, cólico nefrítico, accidente cerebro vascular y otros) ocurre una serie de afecciones que entran en esta categoría en las cinco grandes áreas de Medicina, Cirugía, Pediatría, Obstetricia y Ginecología.
Aparte de los tradicionales brotes epidémicos de dengue, conjuntivitis, rotavirus, influenza, etc. que nos castigan prácticamente todos los años, por experiencia el personal del servicio de emergencia espera invariablemente los lesionados, accidentados y problemas derivados por el consumo excesivo del alcohol, los fines de semana, asuetos y festividades de Semana Santa, agosto y fin de año. Es de notar que en todas las épocas del año hay un goteo constante de señoras con dolores de parto, diversas patologías del embarazo, múltiples afecciones ginecológicas, agudizaciones de enfermedades crónicas y caídas en personas de la tercera edad y los habituales procesos febriles, IRAS y diarreas de los menores.
(3) Emergencia relativa o falsa emergencia. Se trata de personas que naturalmente necesitan de atención médica pero no con la premura y prioridad de los casos de (1) y (2). A juicio del médico encargado de la selección algunos los remite a la consulta externa y a otros les indica que serán atendidos pero tienen que esperar. En esta categoría están por ejemplo los cuadros gripales subagudos, cefalea tensional, colon irritable, herida operatoria infectada, dismenorrea y otros.
(4) No emergencia médica. Y como es de esperar no se atienden en el servicio aunque eventualmente más de alguna logra colarse, básicamente se trata de pacientes cuyas dolencias son susceptibles de diagnosticarse y ser tratadas en forma electiva y programada en la Consulta Externa. Desafortunadamente cuando el enfermo es referido en calidad de interconsulta al especialista, con frecuencia enfrenta la dificultad del tiempo prolongado que tiene que esperar entre el momento en que le dan la cita y la fecha en que lo verá el médico, situación que impide una atención oportuna es decir cuando el paciente la necesita.
Esperar de tres a cuatro meses para que lo atienda el gastroenterólogo por una gastritis y reflujo prácticamente obliga a consumir medicamentos caseros o automedicarse, acudir al facultativo privado, en caso de una crisis de molestias presentarse a emergencia y en el peor de los casos, resignarse a que la enfermedad siga su evolución natural hacia el empeoramiento, surjan complicaciones, cronicidad e improbable resolución espontánea. Un viacrucis similar con las variantes del caso se repite con el paciente referido al reumatólogo por artritis de las manos, el remitido al Neurocirujano por lumbago por hernia discal, el enviado al Psiquiatra por síndrome depresivo, el referido al Internista por lupus eritematoso, etc.
Médico.