Cada paciente tiene derecho a que la información sobre la enfermedad que padece y sus respectivos tratamientos sean manejados con la debida reserva para no vulnerar la intimidad de los aspectos más sensibles de las personas enfermas, es por este motivo que se busca la máxima discreción con esta información.
Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud desarrolló un Sistema de Clasificación Universal de las Enfermedades, en donde cada enfermedad es conocida por un código único, a este sistema se le conoce como CIE-11R 2022 (Clasificación Internacional de Enfermedades, Revisión No. 11 del año 2022). Esta revisión contiene alrededor de 17,000 códigos únicos y más de 120,000 términos codificables y es ahora totalmente digital, que es la única forma de tener acceso a tan extensa información. Si a esto se anexa el lenguaje técnico usado por médicos, enfermeras y personal sanitario, el que exista una indiscreción en la confidencialidad sobre las enfermedades de las personas, es muy baja.
Por otro lado, están los pacientes que sufren diferentes enfermedades, quienes también tienen derecho a que se respete la privacidad de sus diagnósticos. Siendo ellos los que deben decidir a quienes informar sobre los padecimientos que adolecen; en este sentido están aquellos que viven en la “negación del diagnóstico” que tienen y los que comentan que enfermedades sufren con su círculo cercano y suelen apoyarse en familiares y amigos íntimos para facilitar el proceso de sanación.
En ocasiones las enfermedades obtienen el nombre de algún paciente que la padeció, tal es el caso de la Lou Gehrig (1903 -1941) el famoso jugador de Béisbol, Primera Base de los Yankees de Nueva York, quien sufrió de la llamada Esclerosis Lateral Amiotrófica (E.L.A.) que produce daño irreparable en los nervios y lleva a muerte prematura. También están aquellos pacientes famosos que hacen del conocimiento público sus enfermedades para incentivar consultas tempranas o ayuda para buscar una cura, con el caso de los actores Michael J. Fox quien a los 29 años inicio con una forma temprana y muy severa de Parkinson o la situación médica de Bruce Willis que adolece una forma poco común denominada Demencia Fronto-Temporal que deteriora progresivamente su mente y su vida.
En esta no muy extensa lista de personas que hacen públicos sus diagnósticos; fue motivo de especial atención este fin de semana, el ser testigos cómo la representante nicaragüense Sheynnis Palacios, actual Miss Universo 2023, hizo del conocimiento global que ha padecido episodios de ansiedad desde la adolescencia, acompañado de auto-daño e ideaciones suicidas. Declaraciones impactantes pues se realizan para una audiencia mundial y en un Concurso en donde tradicionalmente la belleza y la perfección se consideraban sinónimos. Con sus actuales declaraciones, el mundo debería empezar a comprender que la enfermedad mental no es una “imperfección de la personalidad” y que estos pacientes requieren ayuda tanto médica como psicológica, pero también comprensión y apoyo por parte de la comunidad en donde viven.
Debe de haber sido muy difícil para esta joven de 23 años el reconocer en público sus terrores más profundos. Pero era un paso necesario para demostrar lo que es realmente importante para ella: un programa de ayudar social a otras personas que adolecen de sus mismas enfermedades, situación que solventa proporcionando información de primera mano y atención para los que sufren estas enfermedades.
La pregunta que siempre surge en estas circunstancias es: ¿Y nosotros podríamos haber reconocido nuestras más temibles enfermedades en esas circunstancias, con la finalidad de ayudar a otros? Por lo que a las características que Sheynnis Palacios demostró durante el Miss Universo, debemos agregar una dosis enorme de valentía y humildad para reconocer la enfermedad que sufre y que aunado a su belleza física y refinada inteligencia la hacen indiscutible merecedora del Título de Miss Universo 2023 que hoy ostenta.
Médico y Doctor en Teología.