La mujer en sí y el hombre son dos seres humanos distintos pero con pensamientos, sentimientos y ciertas decisiones en común, las cuales conllevan a la búsqueda esperada e inesperada del amor. Sin embargo, en ocasiones, específicamente en la fase del noviazgo, habiendo o no seriedad y supuesto compromiso mutuo, el amor es redireccionado a un plano vacío, sin trazos claros y vagos.
El reconocido dramaturgo y poeta español Lope de Vega afirmaba que: “El amor que casto no sea, ni es amor, ni puede ser¨. Efectivamente, tenemos que aprender a amar de verdad. Las relaciones sexuales, desde el primer acto(fuera de la bendición matrimonial), constituyen un placer humano sin fundamento sólido alguno. El sexo no es ninguna prueba de amor de una de las partes hacia otra en una pareja(siendo novios) ni mucho menos una mujer es “más mujer”, ni un hombre es “más hombre” o con una mayor capacidad de sexual. Quien le pida a usted eso o se lo haya pedido fuera de la unión conyugal: fue un amor falso, un sentimiento volátil, por pura complacencia. Somos valiosos y siempre aunque cueste, porque todo en esta vida cuesta, vale la pena esperar por lo mejor y la mayor bendición.
Debe existir una relación con propósito, no una donde no haya armisticios, pero sí beneficios. Es necesario, honrar a su novio o a su novia y, por ende, a los padres de ella o de él, demostrando así y viviendo los dos entre sí: que hay un objetivo, donde dentro de esa meta prevalezca no sólo una comunión humana, sino también una comunión espiritual.
Cabe recalcar que el amor en pareja es una decisión moral. La castidad implica corazón, alma, cuerpo y, por supuesto, voluntad. El puro acto carnal se minimiza a la falta del amor e incluso posible infidelidad.
No adelantemos etapas. Con Dios y llevando una vida lo más sana posible, iES POSIBLE! Hay que saber ser amigos y en el noviazgo, hacerse no una, ni dos, ni tres preguntas, sino muchísimas y observar y analizar cómo me quiero, qué quiero para mí y mi vida presente y futura.
Cuidemos los estímulos físicos. Estamos en el Siglo XXI, SÍ, pero cuidémonos, porque la recompensa es grande. El literal 2350 del Catecismo de la Iglesia Católica plantea lo siguiente: ¨Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba, han de ver un descubrimiento del respeto mutuo, un aprendizaje de la fidelidad y esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios¨.
Recordemos que la castidad en ningún momento es cerrarse al amor humano; al contrario, es abrir las puertas de la luz al amor divino.
Licda. En Ciencias de la Comunicación.
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